Bienvenido al Blog de RAUL SANCHEZ QUINTERO

Quizás uno entre los últimos que, sin esperar hacerse un día profeta, claman en el desierto contra ciertas injusticias interesadamente toleradas por los altos poderes de la sociedad humana. Los profetas que clamaban en el desierto han desaparecido con la aparición de Internet. Ahora los que se cuidan del efecto de las llamaradas de sus palabras son los mismos de siempre, poderosos cazadores en oposición a Yavé, ensoberbecidos por el continuo uso y abuso de "las mieles del poder", cito: los hermanos Castro, Teddy Obiang, el Ogro de Birmania y la dinastía Kim. De manera que, a partir de este punto de encuentro, podré compartir con todos aquellos que así lo deseen, mis inquietudes, opiniones, resentimientos y propuestas. Y así es que me tenéis aquí, en esta hermosa playa africana, junto a mi mascota que es mi familia y junto a este inmenso mar que a todos nos une.




domingo, 24 de julio de 2011

LA SAGRADA FAMILIA

Re: Familia de Fidel Castro y Raul Castro
por Luis Dominauez el Dom Oct 01. 2006 12:30 pm
Espana, un paraiso para la jerarquía castrista Y SUS HIJOS...
PABLO ALFONSO El Nuevo Herald
En los últimos años, España se ha convertido en una especie de paraíso para los familiares cercanos de los más altos dirigentes de la dictadura cubana que han establecido discretamente en este país prosperas empresas comerciales y estudiado en sus mejores universidades.
"Irse para Miami o cualquier otro pais latinoamericano es muy fuerte, por eso prefieren Europa y en particular España donde no hay problemas de idioma", indico' a El Nuevo Herald Delfín Fernández, un ex oficial de la contrainteligencia cubana que deserto' en Madrid hace tres años.
Aunque muchos lo han hecho ,incluso los hay que llegaron en balsas !
Para escribir esta historia El Nuevo Herald entrevistó a varios ex funcionarios cubanos, casi todos residentes en España. Algunos hablaron sin ocultar su identidad, pero otros prefirieron mantenerse en el anonimato, fundamentalmente por dos razones: temor a represalias contra sus familiares en Cuba y también porque, para obtener su residencia española o normalizar su estatus legal en ese país, deben tener un pasaporte cubano vigente; algo que muchos no tienen y deben ir a renovar al consulado cubano en Madrid.
"Las consecuencias en ese caso son claras. Si hablas demasiado, no te renuevan el pasaporte y quedas aquí en una trampa legal", explico' una fuente.
España no es solo un lugar de residencia para familiares de la clase dirigente cubana, es también un lugar de recreo y plaza comercial.
Debora Castro Espin, hija de Raul Castro, el numero dos del regimen, con Vilma Espin, estuvo de visita en España a principios de mayo. Fue en realidad un viaje de turismo y negocios.
"La atendieron ejecutivos de una firma de equipos médicos de Bilbao, donde estuvo varios días y también visitó Valencia", comentó otra fuente que conoce de cerca a la familia Castro-Espín.
Débora hizo el doctorado en Ingeniería Quimica aplicada a la alimentación en una universidad española hace algún tiempo.
Su esposo, Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, también visita España frecuentemente. Casado con Débora desde hace 17 años, el matrimonio tiene dos hijos: Raúl y Vilma. Rodríguez se ha convertido en la mano derecha de Raúl y dirige la Quinta Sección del Ministerio de las Fuerzas Armadas, a cargo del aparato economico y financiero de las FAR.
"Tambien administra negocios privados de Raul y sus cuentas bancarias en el extranjero", afirmó Fernández, quien como oficial de la contrainteligencia operando en el sector empresarial, conoció de cerca a Rodríguez, cuyo padre es el general de división Guillermo Rodríguez del Pozo.
Otra de las hijas de Raúl Castro, Mariela, también visitaba frecuentemente España, donde mantenía numerosas amistades entre los empresarios españoles. Pero desde su último matrimonio (el tercero), esta vez con un empresario siciliano, dedica su tiempo libre a visitar a sus suegros en Palermo.
En España vive un nieta reconocida de Fidel Castro y otros tres (trillizos) de los que existen pocas referencias familiares.
Los trillizos, que estudian en Valencia, son hijos de José Angel Castro y su esposa de apellido Odio, quienes viven en una residencia cerca del Parque Zoologico de La Habana. Según diversas fuentes, José Angel, de aproximadamente 52 años, es un hijo del gobernante cubano con una señora que murió hace algunos años en Cuba.
Por su parte, Mirta Castro Smirnova, hija de Fidel Castro Diaz-Balart y la rusa Olga Smirnova, estudia Física Nuclear en una universidad española. Ese matrimonio se disolvió hace algunos años y "Fidelito" esta casado ahora con Maria Victoria Barreiros, hija del ex general del MINIT Luis Barreiro, quien estuvo a cargo de los servicios cubanos de inteligencia hasta 1989.
Liset Ulloa, hasta no hace mucho nuera de Fidel Castro, tuvo menos suerte. Cuando abandonó Cuba se vio obligada a dejar en la isla a su hijo, ya que Castro personalmente impidio' su salida del país. ( y esto no les trae a la memoria el caso ELIAN ?)
QUE PASO' AQUI QUE LOS DESEOS DE UNA MADRE NATURAL NO SON RESPETADOS?
Ulloa, quien fuera esposa de Antonio Castro Soto, vive ahora en Barcelona y está casada con un empresario espanol, mientras su pequeño hijo permanece en La Habana.
Ramón Castro Ruz, el hermano mayor del gobernante cubano, tambien tiene dos nietos en España. Uno de ellos, apodado "Monchi", administra en Tenerife un restaurante, propiedad de su tio Raul Castro.
( luego dicen que no son capitalistas ...que no quieren capitalismo para el pueblo cubano...)
El padre de "Monchi", Ramon Castro Rodríguez, es hijo de Ramon, a quien apodan "Mongo" Castro.
Otra de las hijas de Ramon, Oneida Castro Rodríguez, tiene un hijo estudiando en la Universidad Complutense de Madrid, según las fuentes.
Europa, pertenecen al clan de los Castro.
En Barcelona, está establecido desde hace algún tiempo Javier Leal, hijo del empresario estatal Eusebio Leal, historiador de La Habana. Leal hijo es propietario de una tienda de antiguedades que oferta reliquias y arte cubanos, y mantiene vinculos con la isla adonde viaja con frecuencia.
En ese mismo estatus están los hijos del comandante de la revolución Juan Almeida: Juan Antonio pasa su tiempo entre La Habana y Madrid, donde opera un restaurante y su hermano Juan Juan, es un próspero empresario en Cancun, México.
También el comandante de la revolución y ex ministro del Interior Ramiro Valdes tiene un hijo en Espana, aunque este rompió con el régimen castrista. Ramiro Valdés hijo vive discretamente en la provincia de Palencia, region de Castilla-La Mancha, en compania de su esposa e hija.
Entre los recién llegados a España se encuentra Lourdes Argivaes --sobrina de la legendaria guerrillera Celia Sánchez Manduley--, que está estableciendo un restaurante en Marbella. Lourdes, ex esposa de Ernesto Guevara March, quien a su vez es hijo de Ernesto "Che" Guevara, es hija de Miriam Sánchez Manduley y José Argivaes.
España se ha convertido en un lugar seguro y discreto no solo para los hijos y familiares de las altas figuras de la dictadura cubana, sino también para muchos ex agentes de la inteligencia y del aparato militar cubano.
Uno de los más notables es el ex coronel Hector Carbonell, conocido como "El Güiro", quien en 1989 fue condenado a 10 años de cárcel en la nombrada Causa Dos, junto al ex-ministro del Interior Jose Abrahantes y otros altos oficiales del Ministerio del Interior.
Según las fuentes, Carbonell escapo' de Cuba despues de la oscura muerte de Abrahantes en la prision de Guanajay. Utilizando el nombre de Juan Villegas, aprovecho un pase para burlar los controles de Inmigración. Pero en conversación con El Nuevo Herald, aseguró que salio de Cuba legalmente, tras cumplir la mitad de su condena y declinó responder otras preguntas.
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y de recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión."
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Luis Dominguez

INTRODUCCIÓN AL CASTRISMO

Con el Imperio Español en América desapareció el contrapeso que impedía, a las oligarquías regionales, actuar fuera de un en­tramado geopolítico que imponía limites a las ambiciones empresa­riales a título particular, en beneficio de la armonía que debía existir entre todas las jurisdicciones (Virreinatos y Capitanías Generales), dado el hecho concreto de que, el sistema colonial, no era otra cosa que un sistema económico.

Liberadas de todo compromiso exterior, las oligarquias regionales, hasta aquel momento revolucionarias en su comportamiento, involucionaron hacia posiciones conservadoras, negadas a propiciar los estímulos que, desde el poder, hubieran contribuido a encauzar el desarrollo social de las nuevas repúblicas.Empeñándose, en cambio, en mantener a contracorriente el statu quo (las estructuras) heredadas del anterior sistema, como condición ineludible para conservar el poder.

En tales circunstancias, la proyección hacia el Sur de la nueva gran potencia emergente (los Estados Unidos de América) no adoptó como estrategia sustituir el contrapeso que había dejado de efectuar el Imperio Español, sino en transmitir seguridad en su gestión a las oligarquias regionales, proporcionándoles apoyo político y militar a cambio del papel protagónico en el campo de la inversión financiera dirigida a la explotación de los recursos
naturales de cada región.   

Por esta regla de tres así conformada a lo largo de siglo y medio, el ritmo de desarrollo en las sociedades Centro y Sud-Americanas fue lentísimo, sujeto con pinzas a
un establecimiento condenado, a largo plazo, por su carácter anti­popular, a saltar por los aires.

En este panorama tétrico, las clases medias quedaron reduci­das a los profesionales de la educación y las ciencias y la clase acomodada a los empleados de la administración pública y a los obreros cualificados empleados por las empresas extranjeras que, situa­dos por encima de la gran masa de la población hundida en la miseria, podían escasamente permitirse el lujo de una mejor educación para sus hijos.   

En estos lodos fue que germinó el movimiento de intelectuales contestatarios que, en la primera mitad del siglo XX, se eslabonó, de norte a sur, en el subcontinente.

A estos precedentes está indisolublemente enlazado el éxito del castrismo en la Cuba republicana de la década 50-60 de ese siglo, un capítulo más en la historia por entregas que se venía desarrollando a partir de la Revolución Mejicana, en capítulos abanderados en orden sucesivo por Perón, Cárdenas, Gaitán, Arbenz, Figueres,
Haya de la Torre..., frente a la reacción oligárquica de los Somoza, Trujillo, Strossner, Batista, etcétera.    Aunque una particularidad le proporciona al castrismo una gran ventaja con relación a los movimientos políticos anteriores: de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial ha surgido una nueva gran potencia, capacitada para disputar a los Estados Unidos de América la hegemonía mundial.Recurrir al apoyo soviético no sólo resulta practicable sino, además, un golpe muy doloroso al prestigio norteamericano con el cual, Fidel Castro, se garantiza la seguridad para su régimen, no sin que antes la singularidad del problema provoque una fenomenal exhibición de fuerzas que asusta a medio mundo, pero que termina en buenos términos en la mesa de conversaciones.

No puede subestimarse la importancia del triunfo propagandísti‑
co que ofreció, en esta ocasión, Fidel Castro a la Unión Soviética. Las manifestaciones públicas del cubano: oponiéndose a la retirada
de los misiles intercontinentales con cabezas nucleares emplazados
en la Isla, añadieron un toque de pimienta al agrio sabor de boca
que caracterizó aquellas conversaciones.    Castro no tenia voto en
ellas, pero su voz lo proyectó a través de los medios de comunica­ción que con tanta habilidad siempre utilizó a lo largo de su dila‑
tada carrera política.

Probablemente, lo inusitado de la situación justifique los erro
res de la administración norteamericana al evaluar, una y otra vez,
la situación cubana con inexactitud, por no hablar de subestimación, sin tomar para nada en cuenta el nuevo orden internacional, ni el —
potencial ofensivo del Bloque Oriental.    Errores que socavaron el
prestigio del presidente John F. Kennedy, cuyo posterior asesinato
algunos comentaristas relacionan directamente con estas cuestiones.

Pero lo cierto fue que, disipados los humos de la batalla, el
castrismo no solamente había conseguido llegar, sino quedarse y -
su líder, auroleado como una celebridad después de tanta publicidad,
no estaba conforme con quedarse en el papel de tribuno, sino que se
dispuso, a la manera de un Cónsul de la antigua Roma, para hacer la
guerra "al imperialismo" en cualquier lugar del mundo.

Los levantamientos, las guerrillas, las guerras civiles, los
genocidios, los golpes de estado y la manipulación sistemática de
los recuentos electorales cuando se celebraban elecciones para la presidencia de las repúblicas habían sido hasta entonces los fenó­menos sociales más frecuentes en la vida política y social del sub
continente americano; pero afincado en el poder y financiado por la URRS, el castrismo, empleó a fondo sus medios propagandísticos
haciendo do todo aquello lo anteriormente relacionado una sola cosa,
un único fenómeno, un único problema, para después fijar la figura
de un único responsable: El Imperialismo Yanqui, los Estados Unidos
de América.
Tal discurso tenía necesariamente que prender.    El sistema de
mocrático estaba desacreditado en la América Española y la acción
contra el establecimiento se convocaba con verticalidad.    Las oli‑
garquías hablan traicionado a sus pueblos entregando las riquezas  naturales a cambio de ayuda y protección.    Y, por consiguiente, se
imponía la lucha armada, en toda regla y en todos los ámbitos geo-
gráficos de la región para devolver, por la violencia, a los pue- blos sus derechos.    Un planteamiento simple y convincente que lle‑
vaba implícito un fatal error: el de pedir a aquellos, que nunca  habían conocido la democracia real, luchar por un comunismo que mu‑
cho menos conocían.

El escenario político internacional, por otra parte, contri‑
buía a la propagación de estas ideas.    La Guerra Fría, declarada
a raíz de los bombardeos sobre Japón que dieron punto final a la
Segunda Guerra MundiaIL, fijó la consideración de que un nuevo
conflicto con el empleo indiscriminado del arma de exterminio en
masa podía significar la extinción de la vida en la Tierra y dió -
lugar a una política de contención asumida por los dos bloques de
naciones que se disputaban la hegemonía mundial en lo que se refe‑
ría a un enfrentamiento directo ; pero no excluía dejar hacer, a -
cada cual, lo que le viniera bien hacer en su zona de influencia.

La amoralidad de esta doctrina justificó la protección que hizo
Occidente del colonialismo en Africa -apartheid incluído- y algunas
localidades asiáticas, la guerra de agresión en Indochina y la opera ción preventiva que, en la América Austral, significó la muerte y la
desaparición de miles de personas.  A la vez que, en el Bloque Orien tal, se reprimía y desterraba a los disidentes, a las minorías étni‑
cas y se invadía a quienes fuera necesario para restaurar un orden alguna que otra vez socavado.  Una andadura que condujo a fenomena
les genocidios en China y en Camboya.

Así que el contexto, en lo que a nuestro tema se refiere, esta­ba muy en sintonía con aquel otro que, a nivel local, se vivió en -
La Habana de las décadas 30, 40 y 50, en la que se conformó el per‑
fil psicológico de un guajirito acomodado que llevaba por nombre
Fidel Castro Ruz.    Recluta primero y soldado después en los grupos
gangsteriles que habían pululado en aquella ciudad en aquella época
que se corresponde, precisamente, con la más beligerante de la Gue‑
rra Fria.    El futuro es el reflejo del pasado, reza un proverbio
chino.


Propugnando: Reformas y Transparencia, Mijail Gorbachov ini‑
ció y dió feliz término a la transformación del Bloque Oriental
en un nuevo conjunto de naciones libres.    Reformas y Transparen cia fue el mensaje que llevó a La Habana unos pocos meses antes
de que el muro que dividía en dos zonas la ciudad de Berlín fue‑
ra derribado a martillazos por una multitud exaltada y la Puerta
de Brandeburgo se abriera para siempre.    La Unión Soviética se
desmembró también y Rusia, desconcertada, asistió a su refundación y regreso al ámbito de la cristiandad al que siempre había pertene­cido.

Pero Fidel Castro ya tenía su propia interpretación de los he‑
chos y una decisión que confesó numantina para perpetuarse en el po‑
der.    Sabía que no podía ceder un ápice sin que la estructura de
poder que había venido afinando durante varias décadas saltara por los aires.    La respuesta a Gorbachov, en La Habana, fue una respues
ta "a la gallega" : Cuba ya había emprendido sus propias reformas y,
en cuanto a lo que a la Transparencia se refería ya había adoptado
sus propias medidas: todas las publicaciones soviéticas fueron reti‑
radas de los estancos, prohibiéndose su circulación y venta.

No hay que decir que se produjo una situación espectante.
Sesudos periodistas con mentalidad primermundista comenzaron a
llegar a la Isla. Se esperaba algo sucediera y todos aspiraban
asistir al final del castrismo y a cubrirse de gloria narrando la exclusiva.    A la espera de los incidentes definitivos redac‑
taron voluminosos mamotretos aunando datos recogidos aquí y allá
que, en Europa y los EEUU se vendían como rosquillas y los cubanos
de la Isla ignoraban por completo.    Algunos entre estos autores no sólo ganaron importantes premios sino que, además, sentaron cátedra
como cubanólogos, pasando por alto el hecho elemental de que, la - realidad cubana, solamente puede ser interpretada correctamente por los cubanos, por la sencilla razón de que todo lo que allí existe, en materia de documentación escrita, grabada o filmada, es obra del
régimen y, por consiguiente, orientada en la dirección que al régi­men conviene.    Así, por citar un caso, cuando el señor Openheimer
refiere en su libro (premio Pulitzer) el proceso judicial seguido
contra el general Arnaldo Ochoa Sánchez tiene que remitirse a lo pu‑
blicado por el régimen.    Y ni tan siquiera Norberto Fuentes, un hom
bre del régimen hasta su deserción, vinculado a las más altas esfe--
ras del castrismo, amigo personal del general juzgado y fusilado,
puede aportar detalles relevantes en política de Estado en torno al tema y se limita en su libro: "Dulces Guerreros Cubanos" a exponer
una intraductible serie de razones, tan superficiales como rocam‑
bolescas, para aclarar el trasfondo de los hechos.

Cito estos dos casos puntuales porque los demás, una miríada,
se limitaron a enviar sus crónicas llenas de inexactitudes a sus --
editores, mientras esperaban la debacle bebiendo mojitos y acariciando a las mulatas. Más, como nada sucedía que alterase el curso
de la vida en la Isla, los ya citados editores, cansados de pagar
las facturas de aquellos, sus enviados especiales,comenzaron a re‑
tirarlos, uno a uno, de aquella misión "tan peligrosa".

El castrismo superaba su segundo momento de inflexión.    EL
primero quedó fijado con la Crisis de los Misiles, en 1962. Pero
el país, devastado por el descuido de su economía endémica durante
décadas estaba arruinado y la población al borde de la hambruna.
La situación se hizo crítica y el régimen decretó el Régimen Espe‑
cial (un régimen dentro de otro), sin dejar de culpar al Imperialis‑
mo Yanqui y a los revisionistas que habían derribado las estatuas de Lenin en Rusia y la Europa Oriental, de todos aquellos males que aho
ra castigaban a la Inmaculada Cuba.

Lo que llegó a continuación fue una serie de jugadas forzadas
que el castrismo matizó hasta donde pudo.    No quedaba otro reme.
dio que abrir el país a la inversión extranjera; pero esto tenía
que hacerse conjurando los peligros que representaba.    En principio,
a los empresarios cubanos de la diáspora se les negó el regreso. Después, se escogió con precisión a los países que estarían presen--
tes en estos negocios, las compañías y las personas que representa­rían sus intereses.    Los sectores económicos en los que se permi--
tiria invertir tendrían que ser, necesariamentepunos pocos, a corto
plazo productivos.    El modelo español -la resurrección económica a
partir de la industria turística- estaba muy presente porque España
nunca había sido hostil al castrismo y, a partir de los ataques que
sufrieron algunos barcos españoles por grupos anticastristas en los
años 60, los servicios secretos de Cuba y de España venían colabo‑
rando, intercambiando pequeños favores.    Una colaboración que se -
intensificaría con el regreso a España de la democracia y del so‑
cialismo español al poder.

Como tradicional y principal cliente, la industria del tabaco
fue adjudicada, íntegramente, a empresas españolas y, en la hotele‑
ra, consiguieron los españoles una fuerte presencia.    Pero la in‑
dustria turística implica cosmopolitismo, y las puertas se abrieron
para los canadieneses, los mejicanos y hasta para el Vaticano.
(Tenemos que preguntarnos ¿hasta qué punto? este detalle influyó en
el discurso de Juan Pablo II durante su visita pastoral a la Isla)).

Y así fue como los teléfonos, en La Habana, volvieron a timbrar
y la vida social sufrió de estremecimientos.    Reapareció la prosti‑
tución a gran escala y, con ella, el proxenetismo,la pornografía y el consumo de estupefacientes.    La corrupción administrativa se
tendió a toda la administración del Estado, de arriba hacia abajo y
de abajo hacia arriba, en la misma medida que se reducían las pres‑
taciones sociales que habían sido hasta entonces el principal argu‑
mento en la propaganda machacona del régimen para justificar todos
sus despropósitos.

Este es el panorama que hoy en día ofrece nuestro país: marchán
dose de allí todo aquel que puede hacerlo y aprovechándose los bene‑
ficiarios del régimen para colocar a buen recaudo -en el extranjero‑
sus dineros mal habidos; mientras pequeños grupos de ciudadanos se
organizan y reclaman sus derechos -los humanos- a cara descubierta y sin temor a las brutales represalias denuncian los desmanes de un
régimen que ha ido involucionando hasta la barbarie.

Con tanto catastrofismo pudiera pensarse que la Cuba que todos
deseamos se encuentra a la vuelta de la esquina. Pero no debemos
los cubanos perder el Norte -nunca mejor dicho-.    El camino se -
presenta largo y dificultoso y, aunque el castrismo está definiti‑
vamente acabado, aún puede resistir mientras sobrevivan sus princi‑
pales figuras porque eso obedece a las inescrutables reglas del com­portamiento social.    Después habrá que recrear la nación.

Santa María de Guía, mayo 13 de 2010.