Bienvenido al Blog de RAUL SANCHEZ QUINTERO

Quizás uno entre los últimos que, sin esperar hacerse un día profeta, claman en el desierto contra ciertas injusticias interesadamente toleradas por los altos poderes de la sociedad humana. Los profetas que clamaban en el desierto han desaparecido con la aparición de Internet. Ahora los que se cuidan del efecto de las llamaradas de sus palabras son los mismos de siempre, poderosos cazadores en oposición a Yavé, ensoberbecidos por el continuo uso y abuso de "las mieles del poder", cito: los hermanos Castro, Teddy Obiang, el Ogro de Birmania y la dinastía Kim. De manera que, a partir de este punto de encuentro, podré compartir con todos aquellos que así lo deseen, mis inquietudes, opiniones, resentimientos y propuestas. Y así es que me tenéis aquí, en esta hermosa playa africana, junto a mi mascota que es mi familia y junto a este inmenso mar que a todos nos une.




lunes, 29 de octubre de 2012

ABAJO EL QUE SUBA


El general panameño Omar Torrijos -de siempre grata recordación-, gustaba referir, con su estilo campechano de hombre sencillo, la lección de alta moral que recibió de unos ancianos en una localidad humilde de su propio país. Junto con las reclamaciones de los derechos debidos a Panamá por la explotación económica del Canal que hicieron de él un personaje muy popular en términos internacionales, se había enfrascado el general en un proyecto de desarrollo social que superaba sobre el papel los medios con los que contaba su gobierno para realizarlo; pero las intenciones eran buenas y eso le granjeó el afecto de los sectores más deprimidos de la población. En estas circunstancias, se presentó en el poblado de Chiriquí, en el que ya estaban esperando su visita, con relación a la cual algo muy curioso había sido colocado a la entrada del pueblo por la que se suponía entraría la comitiva con el Presidente del Gobierno, se trataba de un inmenso cartel sobre tela que rezaba: “¡Abajo el que suba!”

No hay que decir la consternación del general cuando leyó aquello desde la ventana del automóvil que lo transportaba. Sin poderse aguantar, pero ¡eso sí!, comedido, después de los primeros agazajos y de haber saludado a todo el Consejo de Ancianos del poblado, le preguntó directamente a su autoridad mayor: Pero bueno, ese cartel, ahora, conmigo, podrán quitarlo, ¿No? -

-Pues nada de eso,- le respondió el susodicho-. El cartel se queda y Usted responde por su mandato.

Sólo después de esta respuesta y de una reflexión que le ocupó mucho tiempo días después del incidente, confesaba Torrijos haber comprendido cuánta razón tenían aquellos ancianos que lo habían visto y vivido todo. En cuanto a mí, el sólo hecho de que este general se complaciera en referir esta anécdota me dijo mucho acerca de su honestidad personal. La alta consideración en que le tenía el pueblo panameño la pude constatar personalmente el día de su funeral en septiembre de 1981.



A GRAVES MALES, EFICACES REMEDIOS

    El mensaje de la Primavera Arabe ha sido bien recibido en el Mar Caribe.   Previendo una presumible y muy probable explosión social con manifestaciones masivas de descontento y el consiguiente conflicto internacional derivado de las imprescindibles acciones represivas con las que se tratará de recomponer el orden establecido (ineludible reacción en la que intervendrán chivatos, brigadas de acción  rápida y esbirros disfrazados de personas decentes), el castrismo se ha curado en salud promulgando nuevas leyes migratorias que reconocen  a los ciudadanos de la Insula parte de lo que le está reconocido  a cualquier ser humano en este planeta en cualquien otro punto del globo terráqueo.   ¡Eso sí!, no sin dejar de intercalar las consabidas coletillas que nos permitan mantener el control en medio del desorden: “LOS PASES” -o sea, los permisos para regresar al país, sólo se los daremos a los que se porten bien y no hablen mal de nosotros en el extranjero, por no decir que no hagan algo más peligroso o más feo contra nuestra sagrada causa que es la de conservar Cuba para nuestros hijos -nunca mejor dicho-   La pataleta parece ser que se les dió recientemente.  Se habló en alguna reunión o sobrecena algo acerca de soltar la mano, de observar y evitar los errores que han cometido los sirios,  atajando a tiempo las situaciones, ya que no tenemos un Irán que nos defienda  a la vuelta de la esquina, nuestro armamento, hoy en día, está como para morirse de la risa al verlo  y sólo podemos confiar en los miembros de la seguridad  y de la contrainteligencia que se saben condenados como nosotros mismos y con los jueces y fiscales que  tienen cada noche pesadillas de  las que despiertan sudorosos despues de verse  en sueños fusilados, ahorcados y empalados.

   Porque esta ha sido la fórmula para gobernar indefinidamente, a perpetuidad, sin confesar ánimo de lucro, a la zorrúa, que hemos siempre aplicado como Dios manda y los chicos inteligentes lo hacemos: “Se atornilla a la gente hasta lo último -garrote vil, pudiera bien decirse-, se le permite algo a algunos para que se sientan bien y nos sirvan como es debido y luego, a los demás, les aflojamos las tuercas de vez en cuando, para descompresionar la caldera y devolverles algo de alegría.    A los irreductibles, primero los masacramos y después les abrimos las puertas de la jaula.   Es un remedio que normalmente funciona porque a nadie le gusta estar encarcelado con matones y pervertidos sexuales, sobre todo si se trata de una persona decente (aunque no esté de más añadir que la decencia y la repulsa a esta gentuza que desgobierna en nuestra tierra marchan indisolublemente unidas).

   Tomando en cuenta todos estos elementos es que debemos evaluar la actual situación.  ¿Qué es lo que ahora temen los castristas?   ¿La disolución en la inanición de la gloriosa Revolución Cubana, o que el poder escape del ámbito de la familia Castro?  Pero, ¿existe acaso la Revolución Cubana?  ¿No es cierto que falleció hace ya mucho  tiempo, antes, incluso,  de que su máximo líder rindiera cuentas al Altísimo? ( Parece ser todavía no ha terminado de redactar el informe que debe presentar ante Yavé de los Ejércitos, que por ese motivo le ha concedido una prórroga antes de llamarle ante su presencia).

    Y así es que tenemos , los cubanos, fuente documental para redactar tres de los libros que  constituirán nuestro futuro Pentateuco.  El primero, el del Génesis de la Nación Cubana; el segundo, El libro de los Presidentes y de los Dictadores y, el tercero, El Exodo, que aunque  ya tiene cincuenta años  no podemos precisar todavía  si llegará a los  trescientos como el de los israelitas.   Después de todo esto, vendrá a nosotros, sin lugar a dudas, otro Moisés al que aplaudirán delirantemente los  mismos  que esto hicieron  ante Fulgencio Batista y Fidel Castro.   Resultará un hombre bueno o un hombre malo y los ciclos astrales se repetirán sobre nuestra desgraciada isla .   También esto parece formar parte de nuestro destino manifiesto.

Castrismo, comunismo y sexo bueno y barato

 
Me ha salido un amigo comunista -algo que sólo es posible en democraciato- enclavado no sé en cuales años, que sigue confundiendo castrismo con comunismo y aferrado a que el desastre que hoy es Cuba representa un grandioso triunfo sobre el Imperialismo Yanqui. Fanáticos abundan en todas las sectas, plantados en siete y media en sus planteamientos. Incorregibles, incapaces de reconocer las diferencias que puedan existir o existan entre un mamut y un elefante. Mi amigo comunista es un buen hombre, servicial y amigo de sus amigos; pero este es su comportamiento en democracia y, tendríamos que ver como se comportaría en una sociedad donde imperara el régimen que adora. Mi amigo comunista es europeo, pero añora y desearía vivir en la Cuba de los hermanos Castro. Probablemente porque lo que añora en realidad son las cubanas: jóvenes, guapas, fáciles y decididas. Tengo que decir que a mi amigo ya le van cayendo los años y, parece ser que, con ellos, unas ansias de vivir e insuperables deseos de beber la última copa antes de rendirle cuentas a la naturaleza (¡Que es ateo, coño!, materialista dialéctico!).

Y así resulta que, después de un superficial razonamiento, he llegado a la conclusión de que, mi amigo, ha terminado por confundir política con sexo y coitos con consignas revolucionarias. Por esta regla de tres, todo buen culo de hembra cubana debe ser considerado un producto de la revolución y, por consiguiente, no queda más remedio que rendirse a la evidencia: ¡La obra de la revolución cubana es fenomenal!.

¿Cómo, entonces, convencerle de lo contrario?

jueves, 11 de octubre de 2012

A la expectativa

Redacto estas líneas 72 horas antes de que en la República de Venezuela se celebren elecciones a la presidencia del gobierno. El reflejo de los medios informativos transmite incertidumbre. De momento, ya han sido asesinados tres opositores al Presidente en funciones. La tensión crispa los ánimos de los observadores porque, aparentemente, Hugo Chávez ha decidido quemar las naves y continuar gobernando a cualquier precio y las desventajas del candidato opositor son evidentes y notorias, ya que se enfrenta a toda la maquinaria del Estado puesta en función de la reelección de aquel al que debíamos considerar: Saliente.

A partir de estas consideraciones es más que presumible un triunfo legal o amañado del Coronel comprometido con su proyecto continental (Bolivariano es como le llaman) que siguiendo las pautas del agonizante castrismo, sacrifica el bienestar del pueblo venezolano en un plan elaborado a partir de la megalomanía de una sola persona. De tal forma que, lo que estará en juego el próximo lunes no será sólo la gobernabilidad venezolana sino todo el entramado construido a partir de los recursos económicos que desde esta nación rica en petróleo y minerales estratégicos se desvían hacia sus paupérrimos cofrades de la Alianza Bolivariana de las Américas.

Con este panorama a la vista, la oposición venezolana ha logrado solucionar sus diferencias y recuperar mucho del terreno perdido en el momento cimero del chavismo; pero esa particularidad -en mi opinión- no es de ningún modo decisiva, si añadimos el detalle del apoyo y asesoramiento castrista al gobierno en funciones y el innegable interés de ese régimen que, apoyando a Hugo Chávez en el poder se garantiza la supervivencia. Lo curioso del caso resulta del inmovilismo conque la comunidad internacional y el bloque Iberoamericano asiste al espectáculo. Nadie acusa a Cuba de intervenir directamente en los asuntos internos de otro país -todavía no sé si los opositores venezolanos han hecho tal cosa alguna vez-. Pero pruebas no faltan, más bien sobran y nadie hace nada y aquellos que han recibido dádivas del chavismo se tragan la lengua cuando no miran para otra parte.

Este es el panorama desalentador que se extiende ante nuestros ojos y estas son las barreras que deberán superar los demócratas del hermano país que ya, de hecho, están arriesgando sus vidas. Crucemos los dedos aunque sea imposible que todo transcurra con normalidad.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Reflexiones alrededor de la novela

  A todo lo largo de siglo XIX cubano, cuando ya la esclavitud como institución había caído en el descrédito moral absoluto y la desvalorización como sistema económico, los novelistas cubanos son incapaces de escapar a estas preocupaciones, y así lo reflejan   en  obras  que  sacaban a la luz las pesadillas que  obsesionaban a la clase dominante.  Tal como sucedió en  Brasil, la abolición de la esclavitud en Cuba estaba supeditada  a un re-acondicionamiento de los capitales invertidos en esclavos.  Estas motivaciones, sin embargo, no aclaran la ausencia de una novela cubana de la guerra de independencia que, a lo largo de tres décadas, conmocionó al país. Curiosamente, las únicas dos novelas de la guerra, escritas por el mismo autor, se publicaron después de conseguida la independencia y lo fueron: “Leonela” y “La Manigüa Sentimental” de Nicolás Heredia, que vieron la luz en La Habana entre la primera y segunda décadas  del siglo XX. 

Lo que sigue a continuación es una marcha de la novela al compás de los acontecimientos políticos y sociales: la inmigración española de post-guerra,  estimulada por los gobiernos criollos que todavía influenciados  por las preocupaciones del siglo anterior pretenden,  a toda costa, “blanquear la Isla” inyectándole sangre española y europeas.  Es el turno de Ramón Meza y de su obra:: “Mi Tío el Empleado”, a la que sigue otra muy significativa del villareño Carlos Loveira: “Generales y Doctores”,  texto paradigma  por tratarse de la primera novela que entra de lleno en el contexto describiendo los desagradables entresijos que se esconden detrás de las actividades políticas.
En “Contrabando” y “Aleta de Tiburón”, de Enrique Serpa, amigo y compañero de copas de Ernest Hemingway, quedó registrado el ambiente que, en torno a la Ley Seca, se creó en una ciudad de La Habana, bien provisto almacén y centro de abastecimiento para los sedientos norteamericanos.  La mujer, que había entrado de lleno en la palestra con el derecho al voto de manos de las feministas, fue tratada a dos bandas por Miguel Carrión en su dueto: “Las Honradas” y “Las Impuras” y la revolución  que derriba  la Primera Dictadura de la República es descrita por Lino Novás Calvo en su trabajo: “Esto también es gritar”.

Alejo Carpentier y José Lezama Lima se constituyen colofón a siglo y medio de novela en Cuba.  Con  Carpentier tocando todos los temas -la excepción vuelve a ser la guerra de independencia-   es que  puede hablarse, por primera vez,  de una novelística,  obra de un único autor, en nuestro país; pero Lezama, que escribe una sola: “Paradiso”, no deja por ello de situarse y de situar  nuestra literatura al más alto nivel mundial.  Este es el legado en novela que nos dejó la Cuba pre-castrista.  En el medio siglo transcurrido a posteriori sólo puede hablarse de novelas escritas en el exilio, más o menos logradas; pero todas siempre gravitando alrededor del autoritarismo excluyente y coactivo.  Zoé Valdés ha devenido nuestra Prima Donna.  “La Nada Cotidiana” ha sido un mazazo al castrismo entre ceja y ceja.  Severo Sarduy nos dejó: “Gentes”que, en una primera edición imprimió Seix Barral y se vendió en La Habana de los años sesenta y el más ambicioso, literariamente hablando, Guillermo Cabrera Infante, su “Vista de un amanecer en el  Trópico y sus “Tres Tristes Tigres”, en medio de un trabajo monumental de ensayos y artículos periodísticos que engordan volúmenes.

      ¿ Y, en la Isla, qué ?  Pues,  nada o muy poco se puede  conseguir en medio de tanta censura solapada, de tanto espía, de tanto  incompetente detentando cargos de gobierno, de tanto servilismo, de tanta desvergüenza gratuita.    Si el país está perdido, si se perdió la nación cubana: ¿Cómo vamos a esperar por alguien que, en medio de semejante desparpajo, se dedique a escribir buenas novelas y además se empeñe en rescatar el anecdotario de nuestro glorioso siglo XIX hoy más lejano que nunca?  El hecho refleja como ningún otro el mal congénito que arrastra desde siempre la República de Cuba.  Una república que nació distrófica, segregacionista y, por consiguiente desnaturalizada,  en ningún caso organizada por tecnócratas -algo que si pretendió el gobierno interventor norteamericano- sino víctima de su invalides  y atrapada en las garras de zafios militarotes y doctores de pacotilla.  Y es así como hemos llegado los cubanos al siglo XXI, más extraños a nuestro propio país que a cualquier otro; más desnaturalizados que nunca; inmersos en una inmoralidad sin precedentes.  Lo que queda por venir es absolutamente imprevisible, la descomposición de la sociedad ha alcanzado cotas  inaccesibles.  Un triste destino que supera los límites de la comprensión humana.