Vladimir Putin aterrizó en La Habana el otro día para
visitar y sostener un tête-a-tête con los hermanos Castro -dicen
que conversó ¿con Fidel? largo tiempo-y al final de su visita se
hizo público que, Rusia, le reducía a Cuba el 90% de la deuda que
la Isla había contraído con la desaparecida URSS (35 000 millones
de dólares, se ha dicho). ¿Cual es la historia que subyace detrás
de todo esto?
Cuando Mijail Gorbachov visitó La Habana unos meses antes a la desintegración del coloso soviético y propuso a Fidel Castro siguiera el camino de reformas y transparencia emprendido en la URSS recibió una tajante negativa que en los días, semanas y meses posteriores se adornó de diatribas, acusaciones, reproches y expresiones inconvenientes de todo tipo y formato. La nueva Rusia de Gorbachov y Yeltsin había caído por entonces en un período caótico en el que un altísimo nivel de inseguridad ciudadana exportaba a través de los medios informativos la imagen de un país presa de la desesperación, en poder de las mafias.
Fue entonces que llegó al poder Vladimir Putin, un hombre formado en la dura escuela de la KGB, y comenzó un proceso de recuperación social a partir de una actuación firme y concluyente de un Estado que parecía haber recuperado con la firmeza ejecutiva de este hombre, la vitalidad que una vez le había caracterizado.
Pero, para los hermanos Castro, la vida continuaba igual en lo que se refería a sus relaciones con Rusia. No habían cambiado un ápice el contenido de la evaluación que, de las transformaciones llevadas a cabo en Rusia, habían hecho y continuaban sosteniendo contra viento y marea.. Por aquellos años, Putin, hizo una visita a La Habana, pero nada de lo que allí se habló fue hecho oficialmente público aunque llegó a saberse que, la deuda cubana con la URSS, de ahora en lo adelante, tendría que ser pagada a Rusia.
Después de casi cuatro décadas dependiendo de la URSS en todos los renglones económicos, puede ser calculada, por exceso o por defecto, una cantidad astronómica de rublos, pesos o lo que fuera. Rusia ha mantenido esa presión sobre el régimen cubano durante un cuarto de siglo. Una plazo de tiempo que ha sido más que suficiente para que, los hermanos Castro, sepan que no son precisamente ellos los que sostienen la sartén por el mango en este mundo y que, el católico-ortodoxo Putín, no se anda con chiquitas ante los desplantes de un par de vejestorios anquilosados y anacrónicos.
Pero un cuarto de siglo es mucho tiempo y un período en el que suceden muchas cosas. En ese tiempo la nueva Rusia se ha superado a sí misma renaciendo como el Ave Fénix con un poderío militar, económico y político muy superior al que alguna vez tuviera a lo largo de su historia. Su alianza con China la hace aun mas fuerte y sus pretenciones geopolíticas no pueden, como es lógico suponer, ir por detrás de esta realidad política. Puede comprenderse, entonces, el interés por manenenr una base en el Mar Caribe a partir de una fuerte aliana estratégica con la Llave del Nuevo Mundo, Antemural de las Indias Occidentales. Lo mismo que la Alemania del Guillermo II durante las dos primeras décadas del siglo pasado y ante las perspectivas que se abren con el proyecto chino para un nuevo canal transoceánico en Nicaragüa, la nueva Rusia busca dónde colocar sus bases. La Doctrina Monroe se ha quedado en los libros de historia. Pero: ¿A quienes corresponde una enorme responsabilidad en esta resurrección del castrismo ahora extendida y multiplicada? ¿Quienes fueron los que durante la primera mitad de la década del 90 del siglo pasado, cuando el castrismo agonizaba en su lecho de muerte, corrieron a insuflarle aire y lo resucitaron justificado sus actos con argucias? Occidente tiene que buscar a los enemigos en su propio campo, antes de enfrentar los desafíos que habrá de plantearle la historia.
Cuando Mijail Gorbachov visitó La Habana unos meses antes a la desintegración del coloso soviético y propuso a Fidel Castro siguiera el camino de reformas y transparencia emprendido en la URSS recibió una tajante negativa que en los días, semanas y meses posteriores se adornó de diatribas, acusaciones, reproches y expresiones inconvenientes de todo tipo y formato. La nueva Rusia de Gorbachov y Yeltsin había caído por entonces en un período caótico en el que un altísimo nivel de inseguridad ciudadana exportaba a través de los medios informativos la imagen de un país presa de la desesperación, en poder de las mafias.
Fue entonces que llegó al poder Vladimir Putin, un hombre formado en la dura escuela de la KGB, y comenzó un proceso de recuperación social a partir de una actuación firme y concluyente de un Estado que parecía haber recuperado con la firmeza ejecutiva de este hombre, la vitalidad que una vez le había caracterizado.
Pero, para los hermanos Castro, la vida continuaba igual en lo que se refería a sus relaciones con Rusia. No habían cambiado un ápice el contenido de la evaluación que, de las transformaciones llevadas a cabo en Rusia, habían hecho y continuaban sosteniendo contra viento y marea.. Por aquellos años, Putin, hizo una visita a La Habana, pero nada de lo que allí se habló fue hecho oficialmente público aunque llegó a saberse que, la deuda cubana con la URSS, de ahora en lo adelante, tendría que ser pagada a Rusia.
Después de casi cuatro décadas dependiendo de la URSS en todos los renglones económicos, puede ser calculada, por exceso o por defecto, una cantidad astronómica de rublos, pesos o lo que fuera. Rusia ha mantenido esa presión sobre el régimen cubano durante un cuarto de siglo. Una plazo de tiempo que ha sido más que suficiente para que, los hermanos Castro, sepan que no son precisamente ellos los que sostienen la sartén por el mango en este mundo y que, el católico-ortodoxo Putín, no se anda con chiquitas ante los desplantes de un par de vejestorios anquilosados y anacrónicos.
Pero un cuarto de siglo es mucho tiempo y un período en el que suceden muchas cosas. En ese tiempo la nueva Rusia se ha superado a sí misma renaciendo como el Ave Fénix con un poderío militar, económico y político muy superior al que alguna vez tuviera a lo largo de su historia. Su alianza con China la hace aun mas fuerte y sus pretenciones geopolíticas no pueden, como es lógico suponer, ir por detrás de esta realidad política. Puede comprenderse, entonces, el interés por manenenr una base en el Mar Caribe a partir de una fuerte aliana estratégica con la Llave del Nuevo Mundo, Antemural de las Indias Occidentales. Lo mismo que la Alemania del Guillermo II durante las dos primeras décadas del siglo pasado y ante las perspectivas que se abren con el proyecto chino para un nuevo canal transoceánico en Nicaragüa, la nueva Rusia busca dónde colocar sus bases. La Doctrina Monroe se ha quedado en los libros de historia. Pero: ¿A quienes corresponde una enorme responsabilidad en esta resurrección del castrismo ahora extendida y multiplicada? ¿Quienes fueron los que durante la primera mitad de la década del 90 del siglo pasado, cuando el castrismo agonizaba en su lecho de muerte, corrieron a insuflarle aire y lo resucitaron justificado sus actos con argucias? Occidente tiene que buscar a los enemigos en su propio campo, antes de enfrentar los desafíos que habrá de plantearle la historia.