Bienvenido al Blog de RAUL SANCHEZ QUINTERO

Quizás uno entre los últimos que, sin esperar hacerse un día profeta, claman en el desierto contra ciertas injusticias interesadamente toleradas por los altos poderes de la sociedad humana. Los profetas que clamaban en el desierto han desaparecido con la aparición de Internet. Ahora los que se cuidan del efecto de las llamaradas de sus palabras son los mismos de siempre, poderosos cazadores en oposición a Yavé, ensoberbecidos por el continuo uso y abuso de "las mieles del poder", cito: los hermanos Castro, Teddy Obiang, el Ogro de Birmania y la dinastía Kim. De manera que, a partir de este punto de encuentro, podré compartir con todos aquellos que así lo deseen, mis inquietudes, opiniones, resentimientos y propuestas. Y así es que me tenéis aquí, en esta hermosa playa africana, junto a mi mascota que es mi familia y junto a este inmenso mar que a todos nos une.




lunes, 28 de enero de 2013

EL DOLOR DE NUESTRA REALIDAD POLITICA

El siglo XIX cubano fue un siglo de conspiraciones y levantamientos contra el poder colonial español.   El siglo XX un siglo de traiciones a  los ideales del independentismo y a los hombres que por esa causa lucharon y murieron.    Fue este un siglo que hay que adjudicar por completo a los que, desde el poder, se empeñaron hasta  conseguirlo  borrar todo vestigio de nacionalismo verdadero, en principio, los generales José Miguel Gómez y Mario García Menocal, que abrieron las puertas a la inmigracion extranjera para blanquear la Isla y como colofón los hermanos dictadores Fidel y Raúl Castro Ruz promotores conscientes de la única emigración masiva que se cuenta en nuestra historia.

La tragedia de Cuba es única y da la nota incluso en un ámbito como el del continente americano, metido en la modernidad a partir de monumentales movimientos migratorios e indescriptibles tragedias  poblacionales y  el  siglo XXI cubano  ha comenzado con un regreso al colonialismo en la mentalidad colectiva y una disgregación nacional que se observa en un número infinito de “doblenacionalidades”.

¿Cómo entonces es que se puede corregir la actual situación?    

Sacar a los Castro del poder y borrar todo vestigio de ese régimen se constituye una necesidad de primer orden para la nación cubana.   No voy a decir que el fin justifica los medios, pero tampoco es evitando el enfrentamiento frontal que se arreglaran las cosas para los cubanos.  El régimen es fuerte porque está bien armado frente a una población indefensa; pero se sabe indefenso ante el devenir histórico y ya se salta las reglas que impone la acción disimulada e hipócrita dirigida a la galería exterior y lucra y se corrompe ante la vista de todos.   Están desmoralizados y conscientes de que se les viene encima el final y  se aplican a sacar las mejores tajadas de lo poco que aún queda del erario público.

En estas circunstancias, es al pueblo de Cuba a quien corresponde corregir la situación.   Ahora veremos si hay cubanos en la Isla y fuera de ella y si están dispuestos a morir por la libertad o si prefieren continuar viviendo en el oprobio sumidos.

jueves, 3 de enero de 2013

A Hugo Chávez, en la eternidad

    Lo mismo que el castrismo en Cuba, el éxito inicial del chavismo en Venezuela puede explicarse por los angustiosos antecedentes que exhibe la historia política de aquella nación.   Lo mismo que en Cuba, gobiernos señalados por la incompetencia, la corrupción administrativa, el terrorismo de Estado y la desvergüenza absoluta se  sucedieron uno tras otro sin demostrar alguno la menor preocupación por el desarrollo tecnómico y el mejoramiento de las condiciones de vida de los sectores más humildes de la población.   Lo mismo que en Cuba, las esperanzas de millones de personas hicieron un punto concéntrico  en la figura de un caudillo que parece  repetirse a sí mismo en un contexto esta vez más distendido en el ámbito de las relaciones políticas internacionales.  

   Hugo Chávez asumió con plena conciencia de causa semejante desempeño y, digan lo que digan sus detractores no  pueden quedar dudas de que ha sido -ha vuelto a suceder- una nueva oporunidad malgastada.   Probable consecuencia de una formación cultural desordenada e incompleta y de  una forma de razonar ajustada a los moldes cuartelarios de una juventud de  soldado, su proyección pública se quedó desde un principio atrapada en la atención de un semicírculo de adeptos vinculada  a la izquierda más controvertida   del continente americano y a una clientela de descamisados sin ideología que encontraron en el nuevo régimen un espacio que, ni en sueños, pensaron alguna vez recorrer.

    Pero el desastre no podia tardar, como es habitual sucede cuando las actividades económicas de una nación quedan subordinadas a  la acción política de un partido que gobierna con la más absoluta de las mayorías.  La crisis, si no existe, se la inventan y, habiéndose producido tanto desorden y despilfarros en ayudas a los hermanos del espacio exterior -relegados a segundo plano los intereses nacionales que un buen día se defendieron- no debe extrañar a nadie que se produzcan escaseces y se desborde por omisión la delincuencia.  

   Pero Hugo Chávez se muere.  Acaba de designar sucesor,   la patata caliente queda en manos de los que han sido en todo momento sus incondicionales y  la inteligencia cubana teje y reteje su monumental entramado venezolano, entregada a la tarea de mantener vivo al chavismo después de la muerte de su principal dirigente en una guerra en dos frentes contra el devenir histórico, cuando el mismísimo régimen que la ha promocinado está amenazado de muerte a partir de una transformaión total.   Salvar al chavismo para que sobreviva el castrismo es la actual consigna.  ¡Nunca en la historia se le pidió tanto a tan pocos!

    Hugo Chávez se va convencido de haberlo dejado todo atado y bien atado.   Los cubanos luchan por dejarlo todo bien atado antes de que se vaya.

¡ AQUI EL QUE MANDA ES BULÉ !


Con y sin comunismo; capitalismo si desean así llamarlo; engendro diabólico si les parece mejor, los Castro mantienen a la nación cubana sometida a la santísima paz de la detención de disidentes, palo y piedra al que se atreva a públicamente manifestarse en contra del gobierno y oportunidades para viajar al extranjero para todos aquellos ciudadanos de la ¿República? que se porten bien y cumplan con sus deberes.

De un día para otro, las cosas han cambiado mucho en Cuba. Han reaparecido la propiedad privada, el empresariado autónomo, algún que otro pequeño propietario agrícola y, consecuentemente, una fiscalización en toda regla de todo lo anteriormente mencionado. La gente puede viajar, según se dice, pero continúan siendo ellos -los Castro- los que deciden quienes. Y todos pueden soñar con el hogar de sus sueños.

Como es lógico suponer, las cabezas pensantes de la Vieja Europa -no tan vieja como China, la India y Persia, pero mucho más presumida- ocupadas como siempre en esquilmar hasta el último penique a sus súbditos y reducir a la obediciencia a los extranjeros que osan pisar su venerable suelo, han aplaudido las medidas adoptadas por el castrismo, considerándolas pasos de avance hacia no se sabe dónde -me pregunto estupefacto-. Y los Castro, que son sabios como lo es el Diablo, amplían sus reformas copiando lo peor que en materia de leyes y normas legales rigen o se legislan por aquellos lares. (Así le han venido encima a los extranjeros y cubanos con doble nacionalidad que residen en la Isla).

¿Qué es lo que queda del comunismo en Cuba? Aquel fabuloso proyecto político tan defendido por los socialdemocratas europeos: ¿Dónde está? ¿Adónde fue?

Para dar respuesta a esa pregunta y justificar lo injustificable, los Castro continúan cavando refugios antiatómicos, construyendo hospitales subterráneos y enterrando centenares de miles de fusiles y parte del cementerio de armas de la última Guerra Mundial con el que la extinta Unión Soviética se empeñó en garantizar la supervivencia del régimen. Se trata de un proyecto faraónico que ha absorbido durante décadas los esfuerzos de miles de trabajadores de la construcción y todo el material: cemento, arena, acero y madera disponibles, sin preocupándose los Castro por todo cuanto concernía a infraestructuras y programas de construcción de viviendas sociales en la magnitud que lo requería el crecimiento poblacional. El mismo enfoque con el que se tratró el abastecimiento de alimentos a la población y de artículos de primera necesidad. ¡Esto es lo que queda de comunismo en Cuba! Y, ¡claro está!, los Castro, esa familia de superdotados que nos regaló la madre naturaleza a los cubanos para que aprendiéramos, en una sola lección de la historia, todo aquello que las más antiguas naciones del planeta han necesitado aprender con muchas y con muchos siglos e incluso milenios de convivencia social.

Nuestros avances, ¡sin lugar a dudas!, han sido notables.