Han muerto todos
Las viejas y los viejos que eran hombres y mujeres jóvenes cuando yo era niño
Amigos y vecinos
Envueltos siempre en sus insignificantes envidias y resentimientos
Presumiendo del hijo que estudiaba en La Habana, por cuenta del gobierno
Y del que hacía carrera en el Este, ¡Vaya usted a saber!
(Porque pertenecía al secreto todo lo que hacía)
Obsesionados en sus ridículas presunciones
Inquisitivos para con todos aquellos que no comulgaban con el régimen
¿Qué haces? ¿En qué estás?
Viejas y viejos cegados en su ceguera
Apoderados de la verdad suprema
Creyéndose los únicos realizados en este mundo
Que al final abandonaron por la vía de la medicina pública
Consternados ante la asquerosa realidad en la que sus doctos hijos terminaron
Mientras este que está aquí observaba desde detrás de las persianas
Como los susodichos chapoteaban en el barro y apestaban a mierda
Haciendo noches con los turistas que les pagaban
A ellas, con braguitas y sostenes
Y, a ellos, con botas y pantalones de cowboy
Así que lo mejor para estos viejas y viejos
Que eran hombres y mujeres fértiles cuando yo era niño
Resultó echarse a andar el camino del exilio eterno
Admitiendo que lo menos que esperaron alguna vez en vida
Fuera que todo esto terminara como ha terminado
Viejas y viejos presumidos
Ingenuos corifeos del Verbo del Investido de Poderes
Partícipes hipócritas de una ideología tan alejada de los Orishas
A la que no estaban y nunca estuvieron hechos
Disfrutando los títulos que conseguían sus hijos y sus hijas
Miserables en sus vidas misérrimas, que nunca vacilaron en acosar
A los que no seguían el juego y pagaban muy caro
En el ostracismo
Excluidos de aquel diabólico entramado social
Montado por el partido único
Rendido al Tercer Dictador de la República
Aclamado a gritos en las calles y en las plazas
Por estos mismos muertos para entonces vivos.
miércoles, 15 de octubre de 2014
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