Viven apresados en la insatisfacción
perpetua de haber nacido en un país que muy pocas cosas les ofrece.
Sueñan -por consiguiente- un cambio que revalorice sus mediocres
existencias y es así como aparece la idea de adquirir una nueva
nacionalidad. Una cualquiera; aunque sean preferibles la
estadounidense y la española. A partir de allí es que la cosa
cambia porque, como nunca se pierde la nacionalidad de la desgracia
ya se puede pensar en otros términos y presumir ante aquellos pobres
miserables a los que se ha dejado atrás. Son los mutantes,
malformación congénita a la que ha dado lugar la endogamia del
“hombre nuevo”, guevarista y ateo.
Viven para viajar, traficar y presumir de pasaporte extranjero, No le pregunte usted nada acerca de la historia de la tierra que le ve nacer y, mucho menos, acerca de la historia del país que ha conquistado, pues aunque suelen exhibir títulos de doctores no son más que analfabetos funcionales cegados por la vanidad y la desvergüenza. No tienen dignidad, por la sencilla razón de que nacieron sin ella. Pero conscientes de su pecado, desatan todos sus odios contra aquellos que viviendo el destierro en verdadero ejercicio de patriotismo se niegan a entrar en sus rejuegos de personal despreciable y mal nacido. ¡Nadie podrá matar jamás los ideales de Cuba Libre! A todos los traidores, ¡a todos!, que son muchos y diferentes se les ajustarán las cuentas el día de la redención.
No motivan estas palabras resentimientos y fatuas consideraciones, se trata, simplemente, de una observación de rigor ante el panorama que se regala ante nuestros ojos: ancianos cubanos, hijos de españoles que reclaman a la patria de sus padres lo que la suya propia, después de una larga vida de trabajo y sacrificios es incapaz de darles; pero !Eso sí¡ de robarles, utilizando mil artilugios, trampas y mordiscos. Jóvenes que desposan al primero en llegar con el único propósito de abandonar esa tierra desgraciada. No hablemos de aquellos que perdieron la v ida en el mar y de aquellos otros -infelices negros sin familiares en el extranjero- que fueron fusilados por robar una pequeña embarcación. Todo se junta, todo se mezcla y produce esta indignación suprema que puede un buen día tal vez muy próximo producir el revulsivo definitivo y dar al traste con este régimen de oprobio que en cadenas mantiene sumidos a los hombres y mujeres de su pueblo.
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