Bienvenido al Blog de RAUL SANCHEZ QUINTERO

Quizás uno entre los últimos que, sin esperar hacerse un día profeta, claman en el desierto contra ciertas injusticias interesadamente toleradas por los altos poderes de la sociedad humana. Los profetas que clamaban en el desierto han desaparecido con la aparición de Internet. Ahora los que se cuidan del efecto de las llamaradas de sus palabras son los mismos de siempre, poderosos cazadores en oposición a Yavé, ensoberbecidos por el continuo uso y abuso de "las mieles del poder", cito: los hermanos Castro, Teddy Obiang, el Ogro de Birmania y la dinastía Kim. De manera que, a partir de este punto de encuentro, podré compartir con todos aquellos que así lo deseen, mis inquietudes, opiniones, resentimientos y propuestas. Y así es que me tenéis aquí, en esta hermosa playa africana, junto a mi mascota que es mi familia y junto a este inmenso mar que a todos nos une.




martes, 19 de noviembre de 2013

¡Alerta Roja!

Ahora que Hugo Chávez, en espíritu, se pasea por las calles de Caracas y aconseja al oido a su sucesor como Jefe del Gobierno venezolano existe, de facto, la posibilidad de que, por la brecha abierta, escapen de los Infiernos otros personajes tan importantes como pudieran serlo: José Stalin, el camarad Mao o el notablemente eficaz Pol Pot. Y si esto llegara a suceder, nadie puede alimentar la menor duda acerca de un final inminente para el Imperialismo Yanqui.


Pero no debemos, los creyentes, echar las campanas al vuelo, aunque haya quedado abierta la posibilidad, para los hermanos Castro, de ser devueltos a este Valle de Lágimas tan pronto pongan pie en tales sitios, con objeto de que puedan así continuar la obra -destructiva- de la revolución ( aún cuando Lucifer está tan contento con ellos que prefiere evitarse las molestias). Porque el Imperialismo Yanqui es porfiado y muy tenaz en la prosecución de sus objetivos y en este caso se defenderá con saña y agotará todos los recursos, propio y extraños, de tal manera que, nadie podrá asombrarse de que, con los Sabios de Sión a su servicio, consiga traerse a su vez desde el Purgatorio a un buen piquete en el que pueden hacer filas: el huno Attila, el mongol Gengis Khan y el ario Adolfo Hitler -por citar sólo algunos de los presumibles-.




¿Qué pasaría entonces? ¡Estallaría la guerra? ¿Nos llegaría la hora del Armagedón?


La situación, sin lugar a dudas, sería crítica y los simples mortales que somos – aritmeticamente hablando- los más en este mundo no dispondríamos en nuestra defensa de otra cosa que la esperanza que nos dejó el bueno del griego Zeus en el fondo de la caja de Pandora y las habilidades del Papa Francisco, que para la mayor gloria de Dios es argentino y como es propio de los que desempeñan este oficio-nacionalidad ha sabido captar la gravedad de esta situación y, para conjurarla ha dotado a la Iglesia de un formidable ejército de exorcistas que entrarán en la pelea contra los unos y los otros.
¡Conjuro que nos recetan las meigas suevas y bretonas!
Crucemos los dedos, amigos y enemigos, gente de a pie y creyentes de uniforme, islamistas radicales y moderados, cristianos de todas las iglesias y congregaciones, mosaicos, budistas, taoístas, hinduístas y espiritistas; santeros y chamanes; creyentes, en resumen, de todos los credos y religiones. Porque la solución pasa por resucitar a Alan Kardec para que revierta el procedimiento que puso en el conocimiento del hombre. Y oremos, musulmanes y cristianos, tirios y troyanos, a dúo, para que el formidable brazo del Arcángel Gabriel, al mando de sus huestes celestiales, nos aleje del peligro al que, irresponsablemente, nos ha expuesto el presidente del gobierno venezolano, Su Excelencia Nicolás Maduro, abriendo esa puerta por la que se trajo de regreso a Hugo Chávez.

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