Bienvenido al Blog de RAUL SANCHEZ QUINTERO

Quizás uno entre los últimos que, sin esperar hacerse un día profeta, claman en el desierto contra ciertas injusticias interesadamente toleradas por los altos poderes de la sociedad humana. Los profetas que clamaban en el desierto han desaparecido con la aparición de Internet. Ahora los que se cuidan del efecto de las llamaradas de sus palabras son los mismos de siempre, poderosos cazadores en oposición a Yavé, ensoberbecidos por el continuo uso y abuso de "las mieles del poder", cito: los hermanos Castro, Teddy Obiang, el Ogro de Birmania y la dinastía Kim. De manera que, a partir de este punto de encuentro, podré compartir con todos aquellos que así lo deseen, mis inquietudes, opiniones, resentimientos y propuestas. Y así es que me tenéis aquí, en esta hermosa playa africana, junto a mi mascota que es mi familia y junto a este inmenso mar que a todos nos une.




martes, 5 de agosto de 2014

Vigencia del Sofisma

¿Existe alguna acción humana que no pueda ser justificada de alguna manera?
Parece ser que no y el problema derivado de esta circunstancia ha requerido la atención de la filosofía occidental desde su época dorada en la antigua Grecia. Al sofisma, desde entonces, en singular y en plural han recurrido y recurren todos los demagogos de este planeta. Les viene como anillo al dedo. Han hecho del sofisma una industria.


Pongamos por caso las inversiones extranjeras en Cuba. Presuponían saltarse las reglas del juego a la torera porque los países desde los cuales comenzó a fluir el capìtal hacia la Isla mangoneada por los hermanos Castro desde hacia cuatro décadas en el momento en que se desintegró la Unión Soviética estaban comprometidos con Mil y Una alianzas en la lucha contra el comunismo. Pero es aquí que todo queda justificado, porque no se trata de fortalecer al régimen, -argumentan los inversores-, sino de ir acondicionando la vida social en el país para indirectamente presionarlo hacia aperturas que inicien el rumbo hacia una futura democracia.


En ningún caso se plantea la posibilidad de que sea el régimen quien aprisione a los inversores después que estos se hundan hasta el cuello en programas incentivados desde el poder dictatorial y sus intrísicas ambiciones y la enfermiza avaricia que les ha caracterizado desde siempre. ¿La opinión pública? Pero: ¿De qué opinión pública Usted me habla? ¿Los de Miami? Esos son fascistas. ¿Los de la Isla? Esos están castrados, se espían los unos a los otros, y no se quejan por nada aunque sufran de todos los males de este mundo. Porque esta Isla es muy estable, los sindicatos no hacen huelgas y nuestros dineros se multiplican y podrán multiplicarse muchas veces en un inmediato futuro.


Y aunque es cierto que a los Castro y, probablemente, a sus inmediatos sucesores no podemos ni podremos venderles una democracia que les quitaría de las manos el pastel, el campo que se abre ante nosotros a pesar de la innegable irritación de los yanquis es, sencillamente, muy prometedor. Aunque, ¡Eso sí!, estas consideraciones, se quedan en el substrato en nuestras declaraciones, porque lo único que haremos público lo será el sofisma, ese invento genial de los griegos del que todavía hoy podemos hacer uso con notable efectividad.



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