Cuando cayó la dictadura del general Machado, Ernest Hemingway se hospedaba en el hotel "Ambos Mundos", situado en el mismísimo centro de La Habana Vieja y dedicaba las mañanas a la pesca de agujas al curricán a bordo de "Anita", embarcación maniobrable y veloz cuyo propietario y capitán, Joe Russell, se había lucrado con el contrabando de licores durante los años de la Prohibición.
A este bucanero lo conoció Ernest en Dry Tortuga -lugar de leyenda del filibusterismo- y con él a Carlos Gutiérrez, el mejor pescador de peces de pico en el archipiélago cubano.
Con estos dos hombres compartió muchas jornadas aquel otoño y muchos desayunos y almuerzos. La exhuberancia cubana había cautivado al escritor: "Por quince centavos se pueden comprar aguacates para dar de comer a cinco personas" escribía, antes de comentar que los mercados de La Habana aquel año, en un período de tiempo de dos meses y medio, vendieron once mil piezas pequeñas y ciento cincuenta grandes.
Resulta muy significativo, sin embargo, que la agitación que sacudía la ciudad en aquellos momentos no le impulsara a escribir algo al respecto y eligiera la temática de la pesca deportiva para iniciar su segundo ciclo periodístico. Aunque sus trabajos posteriores demostraron nada había escapado a su "ojo avizor" y que simplemente se había dedicado a colectar datos para enriquecer su archivo.
Cien días después los tanques de Batista rodearon el Palacio Presidencial y enviaron al exilio a Don Ramón Grau San Martín que había sido elegido por consenso. Pero ya nuestro hombre no estaba en La Habana, a la que regresó dos años más tarde trayéndose otras notas y otras vivencias para trabajar -en la misma habitación del mismo hotel- en una extensa historia que titularía: "FOR WHOM THE BELLS TOLLS" ( "Por quién doblan las campanas")
La idea de alquilar la casa fue de Martha Gellhorn. El barco "cayó en latitud" desde Cayo Hueso. Lo peor llegó cuando Martha se aburrió de todo aquello mientras Ernest se encaprichaba con el país. No tardaron en tomar caminos diferentes. La finca entonces se pobló de criados, gatos, perros y gallos de pelea y Mary Welsh -que sucedió en el trono a Martha Gellhorn- estandarizó la situación con su paciencia china. Así fue como Ernest conservó su devoción por Cuba y, entre viaje y viaje, superó en el tiempo la primera dictadura de Batista, su paréntesis institucional, los dos gobiernos Auténticos y el segundo golpe de estado del Tirano.
En un incidente para él desagradable, uno de sus perros favoritos perdió la vida a manos de un policía que entró en la finca detrás de un prófugo. Por este y otros mil motivos si La Habana siempre le gustó, Batista no, como tampoco le gustó que algunos escritores cubanos, a raíz del premio que le concedió la Academia Sueca, se presentaran en su casa sin previo aviso.
La feliz noticia de haber sido galardonado con el Nobel la recibió junto a Mary Welsh en su casa habanera luciendo una guayabera blanca. El detalle de un gesto dirigido a sus anfitriones de la Isla, que muchos años después sería imitado por el escritor colombiano Gabriel García Márquez fijando una cierta autenticidad caribeña.
La medalla del premio la puso a los pies de la imagen de la Santísima Virgen de la Caridad del Cobre y donó sus ganancias por la traducción que hizo Lino Novás Calvo para la revista BOHEMIA, de su obra "El Viejo y el Mar" - cinco mil pesos- al leprosario de El Rincón, consagrado a San Lázaro y lugar de peregrinación para centenares de miles de cubanos todos los años.
Los pescadores de Cojímar, su base de operaciones pesqueras en la costa Este de La Habana, le correspondieron con una medalla conmemorativa por la publicación de la novela.
Durante el segundo gobierno de Don Ramón Grau San Martín, Hemingway fue acusado de colaboración con el movimiento revolucionario que organizaba una expedición armada a la vecina isla de Santo Domingo para intentar derrocar al dictador Rafael Leónidas Trujillo.
La operación estaba financiada por los gobiernos democráticamente elegidos de Venezuela, Guatemala y Cuba y el reclutamiento de la tropa corría por cuenta de las organizaciones revolucionarias cubanas que involucraban a los veteranos de la guerra civil española y segunda guerra mundial.
¿Cómo fue reclutado Hemingway?

(Continuará)
A este bucanero lo conoció Ernest en Dry Tortuga -lugar de leyenda del filibusterismo- y con él a Carlos Gutiérrez, el mejor pescador de peces de pico en el archipiélago cubano.
Con estos dos hombres compartió muchas jornadas aquel otoño y muchos desayunos y almuerzos. La exhuberancia cubana había cautivado al escritor: "Por quince centavos se pueden comprar aguacates para dar de comer a cinco personas" escribía, antes de comentar que los mercados de La Habana aquel año, en un período de tiempo de dos meses y medio, vendieron once mil piezas pequeñas y ciento cincuenta grandes.
Resulta muy significativo, sin embargo, que la agitación que sacudía la ciudad en aquellos momentos no le impulsara a escribir algo al respecto y eligiera la temática de la pesca deportiva para iniciar su segundo ciclo periodístico. Aunque sus trabajos posteriores demostraron nada había escapado a su "ojo avizor" y que simplemente se había dedicado a colectar datos para enriquecer su archivo.
Cien días después los tanques de Batista rodearon el Palacio Presidencial y enviaron al exilio a Don Ramón Grau San Martín que había sido elegido por consenso. Pero ya nuestro hombre no estaba en La Habana, a la que regresó dos años más tarde trayéndose otras notas y otras vivencias para trabajar -en la misma habitación del mismo hotel- en una extensa historia que titularía: "FOR WHOM THE BELLS TOLLS" ( "Por quién doblan las campanas")
La idea de alquilar la casa fue de Martha Gellhorn. El barco "cayó en latitud" desde Cayo Hueso. Lo peor llegó cuando Martha se aburrió de todo aquello mientras Ernest se encaprichaba con el país. No tardaron en tomar caminos diferentes. La finca entonces se pobló de criados, gatos, perros y gallos de pelea y Mary Welsh -que sucedió en el trono a Martha Gellhorn- estandarizó la situación con su paciencia china. Así fue como Ernest conservó su devoción por Cuba y, entre viaje y viaje, superó en el tiempo la primera dictadura de Batista, su paréntesis institucional, los dos gobiernos Auténticos y el segundo golpe de estado del Tirano.
En un incidente para él desagradable, uno de sus perros favoritos perdió la vida a manos de un policía que entró en la finca detrás de un prófugo. Por este y otros mil motivos si La Habana siempre le gustó, Batista no, como tampoco le gustó que algunos escritores cubanos, a raíz del premio que le concedió la Academia Sueca, se presentaran en su casa sin previo aviso.
La feliz noticia de haber sido galardonado con el Nobel la recibió junto a Mary Welsh en su casa habanera luciendo una guayabera blanca. El detalle de un gesto dirigido a sus anfitriones de la Isla, que muchos años después sería imitado por el escritor colombiano Gabriel García Márquez fijando una cierta autenticidad caribeña.
La medalla del premio la puso a los pies de la imagen de la Santísima Virgen de la Caridad del Cobre y donó sus ganancias por la traducción que hizo Lino Novás Calvo para la revista BOHEMIA, de su obra "El Viejo y el Mar" - cinco mil pesos- al leprosario de El Rincón, consagrado a San Lázaro y lugar de peregrinación para centenares de miles de cubanos todos los años.
Los pescadores de Cojímar, su base de operaciones pesqueras en la costa Este de La Habana, le correspondieron con una medalla conmemorativa por la publicación de la novela.
Durante el segundo gobierno de Don Ramón Grau San Martín, Hemingway fue acusado de colaboración con el movimiento revolucionario que organizaba una expedición armada a la vecina isla de Santo Domingo para intentar derrocar al dictador Rafael Leónidas Trujillo.
La operación estaba financiada por los gobiernos democráticamente elegidos de Venezuela, Guatemala y Cuba y el reclutamiento de la tropa corría por cuenta de las organizaciones revolucionarias cubanas que involucraban a los veteranos de la guerra civil española y segunda guerra mundial.
¿Cómo fue reclutado Hemingway?

(Continuará)
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