La razón del crimen parece primero que nada una "vendetta"; pero no se puede despreciar la tesis del encontronazo de criterios entre la víctima y sus victimarios: verdaderos cerebros del crimen y presumibles miembros de una banda armada descabezada unos meses antes por los partidarios de Manolo.
El desgraciado incidente ocurrió la noche carnavalera del 22 de febrero de 1948. Hemingway intercaló el sucedido en su cuento: "THE SHOT", traducido y publicado en la revista BOHEMIA el día 6 de mayo de 1951.
"Ha sido acusado falsamente otras veces, pero dice ser amigo de un amigo suyo. Un hombre muerto a tiros en la calle. Un hombre que nunca robó un níquel -cinco céntimos de peso- ni poseía fortuna personal; que había sido magnífico en el backfield del equipo universitario. Un hombre que, al momento de morir, era Director Deportivo de la República. Y nadie ha sido castigado por su muerte.
Ese amigo había tenido, quizá, la mano ligera con el gatillo, pero nunca se supo que matara a quien no debía. Así y todo, cuando lo asesinaron desarmado, solamente llevaba en el bolsillo 35 centavos y no tenía cuenta en banco alguno".
Dice Pardo Llada:
"Hemingway, un admirador de los hombres de acción, tenía simpatía por Manolo Castro que lo visitó muchas veces en su finca de Santa María del Rosario, en unión del español Federico Albarrategui, vecino del escritor, que era socio de Manolo en el negocio de "EL CINECITO".
"Manolo Castro acompañó a Hemingway en algunas pesquerías y juntos almorzaban frecuentemente en un modesto restaurante del pueblo pesquero de Cojímar, a doce kilómetros de La Habana. (Donde Hemingway sitúa a su héroe de "EL VIEJO Y EL MAR").
"Por la muerte de Manolo Castro -testimonia Pardo Llada- fueron detenidas veinte personas, entre ellas Gustavo Ortiz Fáez -acusado como autor directo del atentado- José de Jesús Jinjaume, Justo Fuentes, Armando Correa y Guillermo García -alias Billiken- . Contra Fidel Castro se dictó orden de detención, por declaración de un policía que dijo haberlo visto a media cuadra del lugar del atentado, minutos después del tiroteo.
"Al día siguiente, durante el entierro de Manolo Castro, uno de los incondicionales del dirigente universitario, el sargento de la policía Oscar Fernández Caral, gritaba indignado que Fidel Castro había sido el asesino. En el cementerio, la oración fúnebre estuvo a cargo de dos jóvenes abogados, amigos íntimos de Manolo Castro: Eduardo Corona y Alfredo Yabur. Ambos acusaron por su nombre a Fidel Castro como responsable del asesinato".
(Continuará)
El desgraciado incidente ocurrió la noche carnavalera del 22 de febrero de 1948. Hemingway intercaló el sucedido en su cuento: "THE SHOT", traducido y publicado en la revista BOHEMIA el día 6 de mayo de 1951.
"Ha sido acusado falsamente otras veces, pero dice ser amigo de un amigo suyo. Un hombre muerto a tiros en la calle. Un hombre que nunca robó un níquel -cinco céntimos de peso- ni poseía fortuna personal; que había sido magnífico en el backfield del equipo universitario. Un hombre que, al momento de morir, era Director Deportivo de la República. Y nadie ha sido castigado por su muerte.
Ese amigo había tenido, quizá, la mano ligera con el gatillo, pero nunca se supo que matara a quien no debía. Así y todo, cuando lo asesinaron desarmado, solamente llevaba en el bolsillo 35 centavos y no tenía cuenta en banco alguno".
Dice Pardo Llada:
"Hemingway, un admirador de los hombres de acción, tenía simpatía por Manolo Castro que lo visitó muchas veces en su finca de Santa María del Rosario, en unión del español Federico Albarrategui, vecino del escritor, que era socio de Manolo en el negocio de "EL CINECITO".
"Manolo Castro acompañó a Hemingway en algunas pesquerías y juntos almorzaban frecuentemente en un modesto restaurante del pueblo pesquero de Cojímar, a doce kilómetros de La Habana. (Donde Hemingway sitúa a su héroe de "EL VIEJO Y EL MAR").
"Por la muerte de Manolo Castro -testimonia Pardo Llada- fueron detenidas veinte personas, entre ellas Gustavo Ortiz Fáez -acusado como autor directo del atentado- José de Jesús Jinjaume, Justo Fuentes, Armando Correa y Guillermo García -alias Billiken- . Contra Fidel Castro se dictó orden de detención, por declaración de un policía que dijo haberlo visto a media cuadra del lugar del atentado, minutos después del tiroteo.
"Al día siguiente, durante el entierro de Manolo Castro, uno de los incondicionales del dirigente universitario, el sargento de la policía Oscar Fernández Caral, gritaba indignado que Fidel Castro había sido el asesino. En el cementerio, la oración fúnebre estuvo a cargo de dos jóvenes abogados, amigos íntimos de Manolo Castro: Eduardo Corona y Alfredo Yabur. Ambos acusaron por su nombre a Fidel Castro como responsable del asesinato".
(Continuará)
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