Incluyendo al franquismo, la política
de los gobiernos españoles con relación a la Cuba de los hermanos
Castro, además de haber sido siempre de contención y lento,
cauteloso y calculado proceder, - cuando no de abierta
complicidad-, ha sostenido una única tesis a lo largo de seis
décadas: “la de la transición pacífica y, si es posible, a la
española” Un monumental despropósito cubierto por el barniz de
los buenos deseos.
Transformada la tal tesis en proyecto
para Cuba, la política española ha pretendido hacerla prosperar a
partir del reclutamiento de cuanta personalidad de las artes y de las
ciencias, residente en la Isla -preferentemente- o fuera de ella,
encaje en el propósito que se ha trazado con este proyecto en cuya
realización ha fracasando, una y otra vez, ante la sibilina defensa
que ha hecho el castrismo de sus posicionamientos, lo que no ha
impedido a sus promotores presentar ante el mundo los ”éxitos”
de una gestión que sólo ha servido para sacar al régimen cubano
de situaciones puntuales engorrosas y francamente delicadas.
Como ejemplo ilustrativo de lo
anteriormente expuesto puede ser considerada la odisea de Eloy
Gutiérrez Menoyo, un hombre que fracasó en lo que se propuso a lo
largo de toda su vida enfrentado al castrismo y aún cuando acertó
a la primera y se negó a incluir su organización, II Frente del
Escambray, en la propuesta castrista: Organizaciones Revolucionarias
Integradas, (ORI), que derivó muy pronto hacia el partido único y
hacia una dictadura cuyas peculiaridades ya son más que bien
conocidas universalmente.
En mi opinión, el desacierto español
-que no lo es tanto si se observa e que lo que está detrás son,
precisamente, los intereses españoles del presente y de presumible
futuro- parte del capricho de enjuiciar a la dictadura cubana con
la tradicional aptitud mental occidental, algo equivalente a
embarcarse en un recetario empanado en demagogia bizantina, sin pena
ni gloria, que nunca conducirá a nada razonablemente aceptable
porque la solución del “problema cubano” pasa por el hecho
concreto de borrar al castrismo del mapa y a esta solución (que
implica el desmantelamiento de la estructura de poder y la
des-articulación de un aparato represivo de dimensiones colosales)
sólo se puede llegar violentando el statu quo, un procedimiento que
sólo puede ser desarrollada por algún sector o sectores de la
sociedad cubana en abierta rebeldía contra el régimen.
En su edición del pasado martes 4 de
junio, el periódico español, EL PAIS, ha incluido una breve
entrevista al economista jubilado CARMELO MESA LAGO, nacido en La
Habana en l934 y residente en los EEUU desde ¡l96l!. El diario lo
presenta como “una figura indispensable para interpretar la Cuba de
ayer y de hoy” sin entrar a considerar, quien esto escribió,
hasta que punto puede un cubano desternillarse de la risa al escuchar
-o leer- tales sandeces.
Porque, -¡Señores!-, andarse por
estos mundos de Dios sometiendo a la Cuba de los hermanos Castro a
una evaluación técnica de sus proyectos y realidades económicas,
considerando además “pasos positivos” las últimas
modificaciones que ha introducido el régimen en el capítulo de las
regulaciones migratorias, no sólo se constituye una apología del
disparate, sino, además, una sarta de falsedades intencionadas
dirigidas a engañar y a confundir a múltiples sectores de opinión
en todo el mundo, integrados por personas bien intencionadas que
terminarán tragándose la píldora y hasta quizás prendiendo velas
en los altares a San Fidel y San Raúl.
Y volviendo al profesor emérito, que
anda por Madrid vendiendo un libro cuyo texto por lo visto encaja
perfectamente en la desvergonzada estrategia del diálogo con los
asesinos directos e indirectos de decenas de miles de cubanos, en
interés de una solución política manipulada desde el exterior.
Debe y tiene que quedar claro que, los independentistas cubanos, no
vamos a entrar en discusiones acerca de sus datos y del empleo que
hace este señor de ellos entre los límites de su especialidad; pero
sí lo haremos en lo que a sus valoraciones y propuestas para el
cambio político respecta, por la sencilla razón de que no admitimos
ninguna que no sea la definitiva independencia de nuestra patria
despojada del lastre del castrismo y de cualesquiera insidiosas
intervenciones, procedan de donde procedan. La diferencia de
criterios a este respecto, entre los que estamos dispuestos a
entregar nuestras vidas por Cuba y los que esperan (¡ojalá- teros!)
a que todo termine para disfrutar de la propia es, sencillamente,
abismal.
Por lo demás, el alcance del
pensamiento político de este señor ha quedado ya fijado:
“Considerar una buena señal el viaje de la Yoani Sánchez lo
dice todo.
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