Castrismo y Chavismo se venden como
novedades ideológicas en un tiempo en el que las ideologías
occidentales se han agotado en la praxis después de dos milenios y a
partir del cristianismo y en orden sucesivo el socialismo, el
fascismo, el nacionalsocialismo y el comunismo. Al día de hoy no se
puede engañar a nadie. Y sólo ofreciendo beneficios a corto plazo
y en este mundo, es que se puede atrapar a la gente para
posteriormente hacer uso de ella a voluntad. Es así como el
castrismo y el chavismo se constituyen un único fenómeno de esta
naturaleza y, consecuentemente, los procedimientos que han empleado
para hacerse con el poder y conservarlo a perpetuidad resultan
idénticos. .
Si se observa el detalle con atención,
los ismos, ¡todos!, han compartido un enemigo común a lo largo de
la historia: La Declaración de Derechos del Hombre. A esta realidad
no puede escapar ninguno porque, los ismos, llevan todos implícito
un carácter sectario sin el cual no podrían existir y que, ¡curiosa
paradoja!, se constituye el germen de su auto-destrucción.
Plagado de vicios y de errores, pero
fundamentado sobre el derecho de gentes, el sistema democrático
moderno, que emergió con la Ilustración de la destrucción del
Antiguo Régimen (monarquía y cristianismo combinados) quedó
desde entonces indisolublemente ligado al desarrollo de las fuerzas
sociales y, por consiguiente, ha debido enfrentase a todos los
ismos habidos y por haber, sin que se cuente un sólo caso en el que
no haya triunfado, al principio o al final. De lo cual se deduce la
vida de un ismo será más corta o más larga en relación directa
con su capacidad para oponerse al sentido común en una de sus más
claras aplicaciones: el ideario
democrático.
¿Cómo explicar entonces el ascenso de
movimientos como el castrismo y el chavimo? Pues, simple y
llanamente remitiéndonos a la historia de América a partir de los
tiempos modernos, sin dejar fuera de su sitio la implantación en la
super-estructura de los pueblos centro y sudamericanos de las
antiguas culturas pre-columbinas.
Y: ¿cuales respuestas nos da la
historia? Pues una única respuesta encerrada en una sola palabra:
“oligarquía”. Un ente social pernicioso heredado de la
antigüedad y la Edad Media europea trasplantado al Nuevo Mundo por
españoles y portugueses. La semilla de un mal que prendió,
floreció y fructificó en estas tierras generando muchas y diversas
variedades: colonial, independentista, servil en la independencia a
intereses foráneos y ahora “revolucionaria”, según se
auto-proclaman los nuevos oligarcas cuando consiguen hacer trizas de
la oligarquía tradicional para
montarse una nueva sobre la
plataforma de una novedosa ideología matizada de exotismo:
“Revolución Cubana”. “Socialismo
del Siglo XXI”. “Alianza Bolivariana de las Américas”.
En la praxis esto funciona de la
siguiente manera: se encumbra a los militares, se encumbra a los
funcionarios de lo cuerpos de seguridad; se sanea el ambiente
desplazando a los inconformes y se
va situando, progresivamente, a los
descamisados en las posiciones importantes. Se exigen pruebas
de fidelidad a la causa a cada
instante y se castigan los errores con severidad. Vista gorda para
las infracciones cometidas por los nuestros; pero exigencia extrema
para los opositores. El presupuesto nacional queda supeditado a las
actividades políticas del gobierno. Se exporta todo lo que se puede
exportar sin precaución ni prevención alguna acerca de lo que pueda
suceder en el futuro, porque es garantizar el futuro -el nuestro-
lo que pretendemos.
Y es, por todo esto, por lo que nos
hemos inventado un ismo!
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