En la trama melodramática
del muy bien vendido filme: "Memorias de Afica" se
inserta una secuencia que al día de hoy resulta muy ilustrativa para
los cubanos. Me refiero concretamente al momento en que la
protagonista, interesada en elevar el nivel de vida de los kikuyos
que habitan su prpiedad, se dirige al jefe de estos para proponerle
escolarizar a los niños, objetivo para el cual se ha procurado los
servicios de un misionero. Una idea que en principio desagrada al
jefe de los kikuyos, que sólo la acepta, a posteriori, con una
condición: la e que los niños escolarizados no superen la estatura
que señala en el tronco de un arbusto con un cuchillo. A la dama
nórdica esta limitación le resulta incomprensible. ¿Por qué
excluir a los demás? No lo comprende. Y es entonces que su
mayordomo hindú acude en su ayuda:
"-Señora, cuando los
niños por usted educados sean mayores, el jefe estará muerto.
¿Qué decir entonces de ese
ritmo lento, muy lento, ¡lentísimo!, que ha imprimido Raúl Castro
a las reforas eeconómicas en la Isla de su propiedad? El cambio de
moneda dentro de dos años (después de casi siete décadas) y por
allí adelante. ¿Qué trama el dictador de facto? Pues, simple y
llanamente gobernar hasta que llegue la Parca Impía con su carreta a
buscarles (tema de otro filme ya clásico), a él y a su hermano, o a
su hermano y a él, pensando dejar entrabos tras su paso por la
tierra una leyenda.
Se equivoca, sin embargo,
el energúmeno. Porque la historia recogerá in alta los
acontecimientos en los que jugaron papeles relevantes; pero la
historiografía los someterá a un examen minucioso y a partir de
allí comenzarán los enjuiciamientos, las comparaciones y la crítica
objetiva que, en este caso, se torará despiadada, poruqe todo lo que
han hecho, por bueno que nos pueda parecer, siempre ha tenido un
trasfondo tenebroso.
Y: ¿Qué nos dejan detrás?
Pues, sencillamente, el caos. Que muy bien pudiera ser una guerra
civil .que ya puede deducirse en una isla minúscula en la que
conviven cuatro ejércitos -así están estructuradas las fuerzas
armadas y un aparato represivo (la Seguridad del Estado, la Contra
Inteligencia Militar y la fuerza militar que representan los cuerpos
de Seguridad Personal y lasTropas Especiales del Ministerio del
Interor (las SS cubanas).
Como no abundan en los altos
niveles de estos estamentos los dotados on un cierto carisma ni
los apasionados con un proyecto político, y como los más ya se
han quitado la careta, al menos en privado, y se ocupan todos y cada
uno en alimentar "la guanajita echada" esperando el crucial
momento, la disputa quedará planteada entre los continuistas -que,
por supuesto, los hay- y la inmensa mayoría que ya está hasta las
narices de tanta imbecilidad. En este panorama confuso, serán los
cuerpos armados, supeditados al Ministerio del Interior, los que
decidirán el cotarro. Sólo aceptarán la transformación del
régimen si son ellos los que sostienen la sartén por el mano. Y
si es así no habrá guerra, aunque no falten conflictos de baja
intensidad (luha entre fracciones).
El Partido Comunista, que en
la realidad no pinta nada, y que afectado por la extremadamente
larga permanencia de los hermanos Castro en el poder, ya lleva
enteradas dos generaciones de dirigentes, saltará por los aires.
ero muchos de sus miembros en los niveles intermedios se acojerán a
la protección los cuerpos armados y con ellos participarán en la
refriega por los despojos de los despojos de la que una vez fue
República de Cuba,; aunque, si se llega a tales extremos, hasta
una intevención del ejército de los EEUU puede llegar a producirse.
Este tétrico panorama en
nuestro inmediato futuro, es el que nos muve a evocar la profunda
perversidad de aquel Rey de los Kikuyos que no aceptaba competidores
en vida, pero que dejaba el campo libre para los que vinieran detrás
sin preocuparse mucho por la suerte de aquel al que, según las
leyes y tradiciones, correspondería en derecho suplrle tras su
muerte en la gobernación de su pueblo.
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