Circulaba por La Habana finisecular la
historia de una momia regalada al gobierno cubano por el gobierno
egipcio que fue a parar -por no encontrarse en la ciudad sitio más
adecuado- al Palacio de Bellas Artes. Se contaba que una noche,
varios días después de su llegada y ante la aterrorizada presencia
de dos celadores, la tapa del sarcófago se abrió, el cuerpo
íntegramente vendado se irguió en su lecho de muerte, y una voz
cavernosa preguntó en castellano (don de lenguas que tienen estos
bichos): “¿ Cómo está Alicia Alonso ?
La edad de esta historia suma ya cuatro
décadas pero la Prima Donna del ballet cubano la ha superado con
éxito haciéndola olvidar a sus propios creadores. Incombustible
Alicia la que acaba de ser homenajeada en la Italia que tanto adora y
en la que es adorada como en cualquier otro lugar en este planeta en
el que deguste el ballet y se admire la maestría en la
interpretación artística. Porque los méritos personales de
Alicia, en este sentido, son incuestionables y su historia no puede
ser ignorada en la de las artes en Cuba redactada por los hombres
libres que no hacen exclusiones ideológicas cuando juzgan los
méritos de los grandes intelectuales y artistas de nuestro país y
del mundo. Los hombres libres no utilizamos tampoco la ley del
Talión en estos casos y, .por consiguiente, no borramos a la Suprema
de ninguna lista; triste destino que sufrieron en su día Agustín
Acosta, Jorge Mañach, Gastón Baquero,Severo Sarduy, Lorenzo
Cárdenas, Lidia Cabrera, Guillermo Cabrera Infante, Celia Cruz,
Gloria Stefan, Andy García, Bebo Valdés y otros muchos vivos y
muertos en el exilio.
Claro está que, con Alicia, nada en
común tengo y tenemos los que cantamos las Cuarenta a los traidores;
ella ya era comunista antes de que llegaran al poder los Castro y
está, además, con ellos comprometida porque les debe mucho en el
orden personal y profesional -triste destino de muchas celebridades,
más o menos oportunistas(como lo fueron Alejo Carpentier y René
Portocarrero y lo fue Gabo que, por muy bien que escriba no deja de
ser un tremendo caradura). En el caso de Alicia, yo la admiro en su
mundo; pero eso sí, cuando se salta el espacio que le corresponde y
se empeña en la defensa del “proyecto revolucionario” -cumplido
obligatorio que le debe a los Castro- es cuando creo que en realidad
atrapa la esencia interpretativa y se transforma en cisne , porque es
entonces cuando grazna tal cual lo hacen estos bellos animales.
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