Redacto estas líneas 72 horas antes
de que en la República de Venezuela se celebren elecciones a la
presidencia del gobierno. El reflejo de los medios informativos
transmite incertidumbre. De momento, ya han sido asesinados tres
opositores al Presidente en funciones. La tensión crispa los
ánimos de los observadores porque, aparentemente, Hugo Chávez ha
decidido quemar las naves y continuar gobernando a cualquier precio y
las desventajas del candidato opositor son evidentes y notorias, ya
que se enfrenta a toda la maquinaria del Estado puesta en función de
la reelección de aquel al que debíamos considerar: Saliente.
A partir de estas consideraciones es
más que presumible un triunfo legal o amañado del Coronel
comprometido con su proyecto continental (Bolivariano es como le
llaman) que siguiendo las pautas del agonizante castrismo, sacrifica
el bienestar del pueblo venezolano en un plan elaborado a partir de
la megalomanía de una sola persona. De tal forma que, lo que estará
en juego el próximo lunes no será sólo la gobernabilidad
venezolana sino todo el entramado construido a partir de los recursos
económicos que desde esta nación rica en petróleo y minerales
estratégicos se desvían hacia sus paupérrimos cofrades de la
Alianza Bolivariana de las Américas.
Con este panorama a la vista, la
oposición venezolana ha logrado solucionar sus diferencias y
recuperar mucho del terreno perdido en el momento cimero del
chavismo; pero esa particularidad -en mi opinión- no es de ningún
modo decisiva, si añadimos el detalle del apoyo y asesoramiento
castrista al gobierno en funciones y el innegable interés de ese
régimen que, apoyando a Hugo Chávez en el poder se garantiza la
supervivencia. Lo curioso del caso resulta del inmovilismo conque
la comunidad internacional y el bloque Iberoamericano asiste al
espectáculo. Nadie acusa a Cuba de intervenir directamente en los
asuntos internos de otro país -todavía no sé si los opositores
venezolanos han hecho tal cosa alguna vez-. Pero pruebas no
faltan, más bien sobran y nadie hace nada y aquellos que han
recibido dádivas del chavismo se tragan la lengua cuando no miran
para otra parte.
Este es el panorama desalentador
que se extiende ante nuestros ojos y estas son las barreras que
deberán superar los demócratas del hermano país que ya, de hecho,
están arriesgando sus vidas. Crucemos los dedos aunque sea
imposible que todo transcurra con normalidad.
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