Si existe, como ha quedado demostrado,
un intercambio comercial de alto valor estratégico entre la Cuba de los hermanos Castro y la
Corea del Norte de los señores Kim: ¿No queda implícitamente abierta la posibilidad de un envío
desde Corea del Norte a Cuba de municiones nucleares? Y, si ya es una realidad conocida por el gran
público la existencia de múltiples formatos de armamento, ligero y
pesado, habilitadas como medios portadores del arma nuclear y otras
de exterminio en masa. ¿Cómo se explica la indiferencia del
gobierno estadounidense ante esta situación?
Aunque todos los observadores estemos
acostumbrados a la incompetencia de los gobiernos “demócratas”
que se han sucedido en la White House durante estas seis décadas de
castrismo en Cuba (El desastre John F. Kennedy,
los despropósitos de Jimmy Carter y la pasividad del actual inquilino de la susodicha mansión)
para evaluar con sentido común “el problema cubano”
personalmente creo que no son estos los tiempos de soportar ordalías
ante nuestras mismísimas
narices.
En 1898, la tan calumniada intervención
norteamericana en Cuba sacó de los primeros campos deconcentración que conoció el mundo
contemporáneo (re-concentración era la palabrita que se empleaba
entonces para designarlos) a tres cientos de miles de cubanos sobre
una base poblacional de apenas un millón y medio de personas. Los
Estados Unidos de América han sido desde entonces y debemos
trabajar para que continúen siendo nuestros aliados naturales, por
la sencilla razón de que compartimos continente y porque, a lo
largo de la historia, ha quedado fijada una relación mutuamente
beneficiosa. ¿No es sorprendente, entonces, tanta incapacidad de
análisis entre los multi-titulados del Pentágono, el State
Departament y la Oficina del Presidente?
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