La derrota, en l898, del ejército colonialista español en Cuba no solamente significó un golpe mortal para el sistema esclavista, sino además la libertad para otras trescientasmil personas confinadas en coniciones de vida inhumas como producto de la puesta en práctica de una idea estratégica cuya patente debe ser aribuída al penúltimo Capitán General de Cuba, don Valeriano Weyler y Nicolau, Márques de Tenerife (después de machacar a los filipinos se ejercitó pacificando a los canarios) y Duque de Rubí.
Se trata de un hecho histórico que es omitido intencionadamete cuando se lanzan anatemas contra el expansionismo yanqui, la Doctrina Monroe y John Quincy Adams; porque la historia siempre podremos contarla como corresponda a nuestros intereses y mejor nos parezca.
Pero fue en este contexto posterior al fin de la guerra que un soldado español, entre aquellos que formaron en las fuerza que defendieron la Isla ante el empuje criollo-yanqui combinado, decidió un buen día asentarse con carácter definitivo en nuestro país y crearse para su bienestar una familia. Se nombraba Angel Castro Argiz y era oriundo de la provincia gallega de Lugo. .
Casó en un primer matrimonio con una maestra de la que tuvo descendencia y le ayudó a fijar una imagen de empresario agrícola con futuro; pero se entretuvo a la sombra con una chica como él, sin instrucción, aunque más joven que su esposa, con la que trajo al mundo a estos dos personajes que han gobernado Cuba durante las ses últimas décadas.
Con tales antecedentes no se puede explicar de dónde estos dos vástagos del ex-soldado del ejército colonialista se sacaron el amor por la Patria Cubana y la admiración por la obra de José Martí, pero lo cierto es que nunca dejaron de cantarle loas al apóstol mientras volvían a aplicar, desde el poder, perfeccionándola, la idea estratégica de Valeriano Weyler Porque ha sido así como la población cubana, a mediados del siglo XX, quedó atrapada en una tela de araña de leyes y disposiciones extraoficiales que confinaban a todos los cubanos a un único espacio territorial en el que, curiosamente, podían entrar y salir con total libertad los extranjeros y se abría una vía de escape para los hijos y nietos de españoles nacidos en la Isla.
Podrá argumentase lo que se quiera argumentar en defensa de esta última circunstancia que, por otra parte, en nada nos disgusta a los nacionalistas; pero: ¿No se abre un espacio a la suspicacia cundo se reflexiona en torno a esta particularidad? ¿No es una evidencia, acaso, del sustrato mental de estos hermanos que, como tales, comparen ADN, taras y musarañas mentales? Y si agregamos al tema los ires y venires de la descendencia de los descendientes directos de Angel Castro Argiz y de su parentela española cruzando el charco en la una y la otra dirección: ¿No tendríamos que dedicarles un poco de atención?
Está claro que todavía se sienten poderosos, y tratan de transmitir a sus clientes el mensaje de ser ellos los únicos amos de la situación. Es verdad que todavía no se pecibe en el ambiente el menor intento de insubordinación; pero es también verdad que la inconformidad con el régimn registra en estos momentos las cotas más altas de su historia y que, consecuentemente, los niveles de la represión política en el país han llegado a límites insuperables. Por todo lo cual debemos concluir que la caldera, en el volcán, está a punto de estallar y que las consecuencias serán, sencillamente, impredecibles. El precedente rumano puede citarse a colación: Nicolás Cauceuscu, congregó a las masas para un acto político de los acostumbrados y unos horas más tarde murió fusilado junto a su esposa.
Se trata de un hecho histórico que es omitido intencionadamete cuando se lanzan anatemas contra el expansionismo yanqui, la Doctrina Monroe y John Quincy Adams; porque la historia siempre podremos contarla como corresponda a nuestros intereses y mejor nos parezca.
Pero fue en este contexto posterior al fin de la guerra que un soldado español, entre aquellos que formaron en las fuerza que defendieron la Isla ante el empuje criollo-yanqui combinado, decidió un buen día asentarse con carácter definitivo en nuestro país y crearse para su bienestar una familia. Se nombraba Angel Castro Argiz y era oriundo de la provincia gallega de Lugo. .
Casó en un primer matrimonio con una maestra de la que tuvo descendencia y le ayudó a fijar una imagen de empresario agrícola con futuro; pero se entretuvo a la sombra con una chica como él, sin instrucción, aunque más joven que su esposa, con la que trajo al mundo a estos dos personajes que han gobernado Cuba durante las ses últimas décadas.
Con tales antecedentes no se puede explicar de dónde estos dos vástagos del ex-soldado del ejército colonialista se sacaron el amor por la Patria Cubana y la admiración por la obra de José Martí, pero lo cierto es que nunca dejaron de cantarle loas al apóstol mientras volvían a aplicar, desde el poder, perfeccionándola, la idea estratégica de Valeriano Weyler Porque ha sido así como la población cubana, a mediados del siglo XX, quedó atrapada en una tela de araña de leyes y disposiciones extraoficiales que confinaban a todos los cubanos a un único espacio territorial en el que, curiosamente, podían entrar y salir con total libertad los extranjeros y se abría una vía de escape para los hijos y nietos de españoles nacidos en la Isla.
Podrá argumentase lo que se quiera argumentar en defensa de esta última circunstancia que, por otra parte, en nada nos disgusta a los nacionalistas; pero: ¿No se abre un espacio a la suspicacia cundo se reflexiona en torno a esta particularidad? ¿No es una evidencia, acaso, del sustrato mental de estos hermanos que, como tales, comparen ADN, taras y musarañas mentales? Y si agregamos al tema los ires y venires de la descendencia de los descendientes directos de Angel Castro Argiz y de su parentela española cruzando el charco en la una y la otra dirección: ¿No tendríamos que dedicarles un poco de atención?
Está claro que todavía se sienten poderosos, y tratan de transmitir a sus clientes el mensaje de ser ellos los únicos amos de la situación. Es verdad que todavía no se pecibe en el ambiente el menor intento de insubordinación; pero es también verdad que la inconformidad con el régimn registra en estos momentos las cotas más altas de su historia y que, consecuentemente, los niveles de la represión política en el país han llegado a límites insuperables. Por todo lo cual debemos concluir que la caldera, en el volcán, está a punto de estallar y que las consecuencias serán, sencillamente, impredecibles. El precedente rumano puede citarse a colación: Nicolás Cauceuscu, congregó a las masas para un acto político de los acostumbrados y unos horas más tarde murió fusilado junto a su esposa.
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